El Lenguaje de Thobias



Érase una vez, en un pequeño pueblo hermoso, vivía un niño llamado Thobias. Thobias tenía una forma especial de hablar. En lugar de usar su voz, usaba sus manos para hacer hermosas formas y patrones en el aire. Este era su lenguaje secreto, llamado lenguaje de señas.

A Thobias le encantaba comunicarse de esta manera. Cada mañana, al salir de su casa, saludaba a sus vecinos con un alegre saludo en señas.

"¡Hola, Thobias!" le decían. Pero un día, ocurrió algo inesperado. Una nueva familia llegó al pueblo. Eran de otro lugar y no conocían el lenguaje de Thobias.

El niño de la nueva familia, llamado Lucas, se veía triste y solitario. Thobias, al notar esto, decidió acercarse a él. Hizo un gesto con sus manos y sonrió.

"¿Te gustaría jugar?" preguntó Thobias en su lenguaje.

Lucas lo miró confundido. No entendía lo que Thobias intentaba decir. Thobias, viendo la confusión en el rostro de su nuevo amigo, decidió que tenía que enseñarle su manera de comunicar.

"Espérame un momento", le dijo mientras llevaba a Lucas a su casa. Allí, Thobias tomó un cuaderno y comenzó a dibujar. Fue garabateando distintas palabras en señas: —"Hola" , —"Amigo" , —"Jugar" .

"Mirá, así se dice 'hola' en mi idioma", explicó Thobias mostrando su dibujo.

Lucas parecía fascinado. Pasaron horas en la casa de Thobias, aprendiendo uno del otro. Lucas le enseñó a Thobias algunas palabras en su lengua, y Thobias le mostró cómo hacer formas con sus manos. Se convirtieron en grandes amigos, creando un hermoso puente de comunicación entre ambos.

Un día, la profesora del colegio del pueblo decidió organizar un concurso de talentos. Thobias, emocionado, decidió participar junto a Lucas, pero había un problema: querían hacer una presentación en el concurso que incluyera tanto el lenguaje de señas de Thobias como las palabras que Lucas había aprendido.

Juntos, comenzaron a preparar una actuación que incluía danza, música y, claro, su lenguaje especial. Pero no todo fue fácil. Durante los ensayos, algunos de los niños del pueblo no entendían por qué Thobias no hablaba como ellos.

"¿Por qué no solo hablas como todos nosotros?" le preguntó una niña llamada Sofía, frunciendo el ceño.

"Porque tengo mi propio lenguaje. Y eso está bien" respondió Thobias, levantando las manos en un gesto de paz.

Algunas risas surgieron entre los demás, pero Thobias y Lucas no se rindieron. Con cada ensayo, se volvieron más seguros. Al llegar el día del concurso, había mucha emoción en el aire. El auditorio estaba lleno de gente.

Cuando llegó su turno, Thobias y Lucas subieron al escenario. La música comenzó a sonar y, mientras Lucas hablaba, Thobias utilizaba sus manos para traducir todo lo que decía en señas. La combinación de voces y manos era mágica.

Cuando terminaron, una ovación estalló en el auditorio. Todos aplaudían y gritaban al unísono. Thobias y Lucas se miraron sorprendidos y felices. Ellos habían logrado no solo comunicar su amistad, sino también educar a otros sobre la belleza del lenguaje de señas.

Al final del concurso, la profesora anunció los ganadores. Thobias y Lucas subieron al escenario y recibieron el primer premio. Abrazados, sintieron una gran emoción por el apoyo y la aceptación que habían encontrado en su comunidad.

"¡Gracias a todos por ser tan increíbles!", dijo Lucas, y Thobias mientras levantaba sus manos hizo un gesto que todos entendieron como "¡Amigos!".

Desde ese día, el lenguaje de Thobias no solo fue un lenguaje secreto, sino que se convirtió en un puente que unió a todo el pueblo. Todos comenzaron a aprender algunas señas, y así, la amistad entre Thobias y Lucas se convirtió en un ejemplo de aceptación y diversidad para todos.

Así, Thobias siguió comunicándose con sus manos, mientras su historia inspiraba a niños y adultos por igual, recordándoles que todas las formas de comunicación son valiosas y bellas.

Y así termina la historia de Thobias, el niño que habló con sus manos y enseñó a todos sobre la importancia de entenderse, sin importar el idioma que hablemos.

FIN.

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