El León Chiquito y Su Gran Cambio
Érase una vez en la gran selva, una escuela muy especial donde todos los leones chiquitos aprendían a convertirse en grandes leones. Cada mañana, al sonar el timbre, corrían a la clase llenos de energía, y entre ellos había uno que siempre se comportaba de manera diferente. Se llamaba Lío, y aunque era muy pequeño, había ganado la fama de ser un —"malo" .
Lío siempre hacía travesuras. Había una vez que le escondió el almuerzo a su mejor amigo, un león llamado Tino.
"¡Lío, devuelve mi almuerzo!" - gritó Tino mientras buscaba su comida por todo el aula.
"Si querés tu almuerzo, tendrás que atraparme primero" - respondió Lío con una sonrisa traviesa.
Un día, la profesora, la gran leona Sombra, anunció un concurso de talentos en la escuela.
"¡El que más brille en el escenario ganará una gran medalla!" - dijo Sombra mientras sus ojos brillaban con emoción.
"Yo seré el rey de la escena" - exclamó Lío, imaginándose el espectáculo que armaría. Esos comentarios lo convirtieron en el centro de atención, pero no precisamente por las razones correctas.
En las siguientes semanas, Lío decidió que su número sería hacer reír a sus compañeros, pero no de la mejor manera. Comenzó a hacer bromas que a veces lastimaban los sentimientos de los demás.
En una ocasión, parodió a su amigo Tino imitando su forma de caminar. Todos se rieron, menos Tino que se sintió triste.
"No está bien burlarte de los demás, Lío" - le dijo Tino con voz temblorosa.
"¡Solo es una broma! No seas tan sensible" - replicó Lío, sin comprender que su chispa podría estar apagando la luz de su amigo.
El día del concurso llegó y todos estaban ansiosos.
"Voy a brillar, como una estrella, y seré el rey" - dijo Lío mientras se preparaba tras el telón. Pero al mirar a su alrededor, vio a sus amigos nerviosos y un poco asustados.
"¿Qué te pasa, Tino?" - le preguntó.
"No sé si puedo salir a cantar. Me da miedo" - respondió Tino.
Entonces, magia ocurrió. Lío, por primera vez, sintió empatía.
"¿Sabés qué? - le dijo a Tino - Si vos te sentís mal, yo tampoco quiero brillar en el escenario. Vamos a hacerlo juntos". Tino lo miró con asombro.
"¿De verdad? Pero, ¿y tu medalla?"
"La medalla no importa, Tino. Lo que importa es que seamos amigos y que todos estén divirtiéndose".
Así que decidieron actuar como un dúo en lugar de que Lío se presentara solo. Hicieron reír a todos, pero de una manera muy diferente.
"Es cierto, a veces las cosas se pueden hacer mejor cuando trabajamos juntos" - dijo Sombra al finalizar el espectáculo, mientras aplaudía entusiasta.
Al final, Lío se dio cuenta de que hacer reír a las personas no siempre significa burlarse de ellas.
"¡Yupi! ¡Nuestra actuación fue un éxito!" - exclamó Lío abrazando a Tino.
"Sí, nunca me había sentido así, Lío. Gracias por tu ayuda" - sonrió Tino, y fue en ese momento que Lío comprendió que cuidar de sus amigos era mucho mejor que ser el centro de atención.
Desde aquel día, Lío comenzó a usar su energía para ayudar y apoyar a sus amigos en lugar de hacerles bromas pesadas. La escuela de leones chiquitos aprendió que la verdadera grandeza no está en ser el más ruidoso o el que más atención llama, sino en la bondad y la amistad. Y así, el —"malo" Lío se convirtió en el león chiquito más querido de todos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.