El León Marco y el Poder de la Amistad



En la profunda selva de los Colores, un león llamado Marco llevaba la fama de ser el rey de la desconfianza. Nadie se atrevía a acercarse a él, ya que siempre estaba listo para burlarse de sus compañeros.

Un día, mientras los animales de la selva jugaban cerca del río, Marco decidió que era un buen momento para interrumpir su diversión. Con voz fuerte y burlona, gritó:

"¡Miren esos pájaros! Parecen un grupo de payasos!"

Los pájaros, asustados, volaron rápidamente a esconderse entre las ramas.

Los amigos de Marco, el elefante Tomás y la jirafa Lila, decidieron que era hora de hablarle.

"Marco, no está bien hacerle eso a los demás. Todos merecen respeto", le dijo Tomás con voz grave.

"Sí, Marco, al final todos somos parte de la misma selva", agregó Lila, tratando de ser amable.

Pero Marco, riendo ruidosamente, respondió:

"¿Qué saben ustedes? Yo soy un león, ¡yo mando aquí!"

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que otro león llegó a la selva. Este león era Juan, y tenía una personalidad completamente diferente. Juan era amable y cariñoso, y se hacía amigo de todos.

"¡Hola, amigos! Soy Juan, el nuevo león. He venido a hacer amigos y conocer esta hermosa selva!"

Los animales, entusiasmados con su llegada, se acercaron a él rápidamente. Marco, al ver esto, se sintió inseguro y decidió vengarse de Juan.

"¿Qué te crees, Juan? No eres más que un león nuevo. ¡No te queremos aquí!"

Juan, en lugar de asustarse, lo miró con una sonrisa y le dijo:

"Cada uno de nosotros tiene un lugar en esta selva. Tal vez podamos aprender el uno del otro."

Marco se irritó ante la respuesta calmada de Juan y comenzó a molestarlo. Pero en ese momento, los amigos de Juan, los pájaros que Marco había asustado anteriormente, vieron cómo Marco trataba de intimidarlo. Se acercaron volando a su lado.

"¡Marco! No está bien que trates así a Juan. Recuerda cómo te has sentido con nosotros!"

Esto hizo que Marco se detuviera. Se dio cuenta de que incluso él podría ser pospuesto y que quizás, en el fondo de su corazón, deseaba lo mismo que Juan: ser aceptado y tener amigos.

"¿Qué pasa si trato de ser más amable?" pensó Marco. Lucía pensativo y un poco arrepentido.

Con un suspiro, se acercó a Juan y le dijo:

"Perdón, Juan. Quizás estaba siendo un poco cruel. Me gustaría ser tu amigo. ¿Podés perdonarme?"

Juan, con una gran sonrisa, respondió:

"¡Claro! Todos podemos aprender a ser amigos. A veces, sólo hay que dar el primer paso."

De a poco, Marco comenzó a cambiar. Aprendió que la bondad era mucho más fuerte que la burla. Los amigos que una vez había hecho llorar, ahora empezaron a perdonarlo y a confiar en él otra vez.

Con el tiempo, Marco y Juan se volvieron grandes amigos. Juntos, se aseguraron de que todos en la selva se sintieran bienvenidos y felices.

Finalmente, Marco se dio cuenta de que no necesitaba hacerse el fuerte o el malvado para ser querido. Lo único que necesitaba era ser él mismo, y ser un buen amigo. Y así, Marco, Juan, Tomás, Lila y todos los demás disfrutaron de juegos y risas en la selva por muchos años más, aprendiendo que a veces el mejor poder es el de la amistad.

FIN.

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