El León que Aprendió a Compartir



En una hermosa selva llena de árboles altos y ríos claros, vivía un león llamado Leónidas. Leónidas era el rey de la selva, y como todos los leones, era fuerte y orgulloso. Pero había algo que a Leónidas le gustaba más que su poder: ¡la comida! Siempre quería tener el mejor y más grande banquete solo para él.

Un día, mientras caminaba con su gran melena al viento, se encontró con una cueva donde habitaban varios animales hambrientos: una antigua tortuga llamada Tula, un ágil venado llamado Vito y un loro parlante llamado Lucho. Ellos estaban esperando a que el sol se ocultara para salir a buscar comida.

"¡Hola! Soy Leónidas, el rey de la selva. Estoy buscando a alguien con quien compartir mis deliciosos banquetes", dijo orgullosamente el león, aunque en su corazón, también había un poco de egoísmo.

"¡Hola, Leónidas!", respondió Tula con voz amable. "Es un placer conocerte. Pero sinceramente, no hemos visto muchos banquetes en este lugar."

Leónidas se sintió un poco avergonzado, pero trató de ocultarlo. Sin embargo, había algo en la forma en que miraban los animales que lo hizo sentir extraño.

Decidió invitar a sus nuevos amigos a su cueva, donde siempre guardaba un montón de carne. Pero al llegar, descubrió algo sorprendente: ¡no había nada para comer! Leónidas había comido todo sin pensar en los demás.

Leónidas se sintió muy mal. "¿Qué voy a hacer ahora?", se preguntó a sí mismo. Entonces, escuchó a Lucho, el loro, que decía:

"A veces, un rey no se mide sólo por su fuerza. También se mide por su capacidad de compartir y cuidar a los demás."

El león reflexionó sobre las palabras de Lucho. No quería ser un rey egoísta. Entonces, decidió salir con sus amigos a buscar comida y aprender a compartir. Todos juntos buscaron en la selva, y Leo, usando su olfato agudo, encontró una gran reserva de frutos y plantas comestibles.

"¡Miren lo que encontramos!", gritó Leónidas con entusiasmo. "Esto es mucho más que suficiente para nosotros. ¿Quieren que comencemos a hacer una gran fiesta?"

Los ojos de los animales brillaron. "¡Sí! ¡Eso es genial!", dijo Vito saltando de alegría.

Esa noche, organizaron una fiesta bajo las estrellas. Leónidas se sintió feliz al ver a sus amigos disfrutando. Durante la fiesta, Tula le dijo:

"Te ves diferente, Leónidas. Tus ojos brillan de una manera especial."

"Es porque estoy aprendiendo lo que significa ser un verdadero rey. Compartir hace que la felicidad crezca", respondió Leónidas con una sonrisa.

A partir de ese día, Leónidas siempre invitaba a sus amigos a sus banquetes. Aprendió que la verdadera felicidad se encontraba en la compañía y en compartir con otros. Todos los animales de la selva comenzaron a acercarse a él, no sólo por ser el rey, sino porque querían disfrutar de sus deliciosos festines juntos. La selva se convirtió en un lugar más alegre y lleno de risas gracias a la generosidad de Leónidas.

Y así, Leónidas, el león que aprendió a compartir, se convirtió en un excelente rey, querido por todos sus amigos en la selva.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!