El león que aprendió a ser humilde




Había una vez en la sabana africana, un león llamado Leónido, que siempre presumía de tener la melena más brillante y la mirada más feroz de todo el reino.

Se pasaba el día mirándose en el agua del lago y alardeando de su belleza. Un día, mientras Leónido disfrutaba de su reflectante apariencia, apareció otro león llamado Leocadio, quien también lucía una melena reluciente.

Leocadio, al igual que Leónido, era muy presumido y no tardó en comenzar a alardear de su propia belleza. "¡Mira qué melena tengo! ¡Soy el león más hermoso y fuerte de toda la sabana!" presumía Leocadio. "¡Ja! Tú no eres más que una copia barata de mi espléndida melena.

Yo soy el verdadero rey de la selva" respondió altaneramente Leónido. La discusión entre ambos leones se extendió por días, provocando malestar en el resto de los animales. El sabio elefante, cansado de tanta arrogancia, decidió intervenir.

Les propuso un desafío: deberían recorrer juntos la sabana y ayudar a todos los animales que encontraran en problemas. Al principio, Leónido y Leocadio aceptaron pensando que sería fácil, pero pronto descubrieron que no era así.

En su camino, se encontraron con un antílope atrapado en un lodazal y con dificultades para liberarse. Leónido y Leocadio se miraron incrédulos, pero luego, recordando el desafío, se unieron para ayudar al antílope y finalmente lo salvaron.

Más adelante, se toparon con una jirafa que no alcanzaba las hojas más altas de un árbol. Trabajando juntos, lograron que la jirafa consiguiera alimentarse. En cada situación, descubrieron que podían lograr mucho más si colaboraban en lugar de competir.

Al final del día, exhaustos pero satisfechos, Leónido y Leocadio se dieron cuenta de que la verdadera grandeza no radicaba en la apariencia, sino en la forma en que se comportaban con los demás.

A partir de ese día, ambos leones aprendieron a ser humildes y a trabajar en equipo, ganándose el aprecio y la admiración de todos los animales de la sabana. Aprendieron que la verdadera belleza está en el corazón y en la forma en que tratamos a los demás.

FIN.

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