El León que Rugió a la Luna



En una tranquila noche en la selva, bajo el brillante manto de estrellas, un joven león llamado Leo miraba la luna con ganas de ser escuchado. Sus amigos, los animales de la selva, habían estado hablando de los cuentos que la luna podía contar. Leo, con su melena al viento, decidió que era momento de que su voz se oyera.

"¡Luna!" -rugió Leo, con todas sus fuerzas"Quiero que me escuches!"

Sin embargo, para su sorpresa, la luna no le respondió. Un silencio profundo envolvió la selva, y Leo se sintió un poco triste.

Pero esa noche traería una sorpresa. De repente, un destello de luz iluminó el cielo, y un dragón plateado, llamado Drako, apareció volando entre las estrellas.

"¿Quién se atreve a rugir a la luna?" -preguntó Drako, descendiendo con gracia.

Leo se quedó atónito. Nunca había visto a un dragón.

"Yo soy Leo, el león que quería que la luna me escuchara" -respondió, algo nervioso pero valiente.

"¿Y qué es lo que deseas que te diga la luna?" -inquirió Drako, mientras revoloteaba alrededor de Leo.

Leo suspiró.

"Quiero que me cuente historias como las que les cuenta a otros animales. Quiero ser tan grande y fuerte como ella en la noche".

"¿Por qué no te cuentas a ti mismo una historia, Leo?" -sugirió Drako.

"No sé cómo" -murmuró el león, sintiéndose un poco avergonzado.

El dragón sonrió de oreja a oreja.

"Entonces, vamos a aprender juntos!"

Drako propuso un juego: juntos, crearían una historia donde Leo sería el héroe. Comenzaron a imaginar un reino donde los animales vivían en armonía, protegido por un valiente león y su nuevo amigo, el dragón.

Poco a poco, Leo fue ganando confianza y su voz resonaba fuerte y clara.

"Y un día, un problema apareció en el reino. Los ríos se secaron y la comida comenzó a escasear."

"¡Eso suena peligroso!" -exclamó Drako, volando en círculos a su alrededor-. "¿Qué haría el gran león?"

Leo pensó profundamente.

"El león se reuniría con todos los animales para buscar soluciones juntos".

"¡Exactamente! La unión hace la fuerza!" -añadió Drako emocionado.

Más tarde, mientras soñaban sus historias, Leo vislumbró algo.

"Mirá, Drako! La luna está sonriendo. ¿Crees que nos escuchó?"

"Claro que sí," -dijo Drako"La luna ama los sueños y el coraje".

Entonces, Leo sintió una oleada de felicidad. A los días, con la ayuda de Drako y sus amigos, organizaron una gran reunión donde decidieron trabajar juntos. Crearon canales para llevar agua, cultivaron la tierra y compartieron sus recursos.

"Leo, tu historia tiene poder!" -dijo Drako-.

"¡Sí! Y todo gracias a tu ayuda!" -respondió el león, con una sonrisa de oreja a oreja.

Desde entonces, Leo aprendió que no solo se necesita la fuerza para ser grandioso, sino el trabajo en equipo y la valentía de compartir y escuchar. Drako se convirtió en su amigo eterno y juntos, rugieron a la luna, quien, desde entonces, les contó nueva historias llenas de amistad y aventuras.

Así, cada noche, bajo el cielo estrellado, un león y un dragón rugían felizmente, y la luna brillaba con fuerza.

Fin.

FIN.

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