El León y la Gallina en el Desierto
Había una vez, en un vasto desierto lleno de dunas doradas y sol ardiente, un león llamado Leónidas y una gallina llamada Gallina. A pesar de ser muy diferentes y de vivir en lugares tan distantes, el destino los uniría en una aventura increíble.
Un día, Leónidas salió de su selva en busca de nuevos horizontes. Saltando y corriendo, se encontró con un paisaje totalmente diferente. El sol brillaba intensamente y el calor era abrumador. Después de un rato de caminar, se sintió cansado y buscó un lugar donde descansar.
Mientras tanto, Gallina estaba en su gallinero, pero siempre soñaba con volar lejos y ver el mundo. Un día, decidió aventurarse fuera de su hogar. Tras volar un poco y sentirse emocionada, se dio cuenta de que había volado demasiado y se perdió en el desierto.
Cuando Leónidas llegó a un pequeño oásis en medio del desierto, se tumbó a beber agua. En ese momento, escuchó un ruidito en la arena. "¿Quién anda ahí?"- preguntó, curioso.
"Soy yo, Gallina. Estoy perdida y tengo mucho calor"- respondió ella, con un tono un poco asustado.
El león, que a primera vista parece aterrador, era en realidad muy amable. "No temas, pequeña gallina. Yo puedo ayudarte. Ven, siéntate a la sombra y descansa un poco"- dijo Leónidas.
Gallina, un poco nerviosa pero agradecida, se acercó al león y se sentó bajo la sombra de una palmera. "Gracias, gran león. Nunca pensé que un león podría ser tan amable"- dijo Gallina.
"Es que no todos somos lo que aparentamos"- respondió Leónidas, sonriendo.
Después de descansar, Gallina y Leónidas comenzaron a hablar sobre sus sueños y aventuras. "Yo siempre quise ver el mundo más allá de la granja. ¿Y tú?"- preguntó Gallina.
"Yo siempre quise conocer amigos que no fueran solo animales de la selva"- contestó el león.
Ambos se miraron y se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, compartían el mismo deseo: explorar y conocer.
Pero de pronto, un fuerte viento comenzó a soplar y las dunas se movieron peligrosamente. "¡Debemos encontrar un lugar seguro!"- exclamó Leónidas.
"¿Qué haremos?"- preguntó Gallina, un poco asustada.
Leónidas recordó una cueva que había visto mientras exploraba el desierto. "Sigamos ese camino, allí podremos resguardarnos"- dijo, señalando hacia la dirección correcta.
Ambos corrieron hacia la cueva mientras el viento aullaba. Al llegar, descubrieron que había más animales adentro: un ratón, un conejo y un zorro. Todos estaban asustados.
"¿Quiénes son?"- preguntó el ratón, temblando.
"Soy Leónidas y esta es mi amiga Gallina. Estamos aquí para protegernos del viento"- respondió el león, asegurándoles que todo estaría bien.
Los animales se miraron entre ellos, desconfiando pero también aliviados de no estar solos. "¿Qué hacemos ahora?"- preguntó el conejo.
"Debemos mantenernos juntos. La fuerza de la amistad es más poderosa que cualquier tormenta"- dijo Leónidas, recordando lo que había aprendido en su viaje.
La tormenta fue intensa, pero en la cueva, los animales se sintieron seguros y comenzaron a hablar. Por primera vez, los diferentes animales se conocieron y compartieron historias. Gallina incluso les contó acerca de la granja y las aventuras que había soñado.
Cuando la tormenta finalmente pasó, todos salieron de la cueva y se sintieron agradecidos por el apoyo mutuo. "Gracias por salvarnos, Leónidas"- dijo el zorro.
"No fue solo yo. La amistad y el trabajo en equipo son lo que nos mantuvo a salvo"- respondió Leónidas, mirando a Gallina.
Desde ese día, el león y la gallina se convirtieron en amigos inseparables. Decidieron continuar su aventura juntos y explorar el desierto, cada uno mostrando al otro su propio mundo. Mientras lo hacían, aprendieron que, independientemente de sus diferencias, siempre se pueden encontrar puntos en común.
Y así, Leónidas y Gallina recorrieron el desierto, demostrando que la amistad y la solidaridad entre diferentes pueden superar cualquier obstáculo. Su lección fue clara: la verdadera fuerza reside en la diversidad y en la unión.
FIN.