El León y la Paz
Había una vez, en un reino lejano lleno de praderas verdes y ríos cristalinos, un león llamado Léo. Léo era un león fuerte, de melena dorada, que vivía en armonía con los animales del bosque. Pero un día, todo cambió cuando un grupo de animales decidió que necesitaban más territorio y empezaron a pelear por el control de la pradera.
Una mañana, mientras caminaba por su hogar, Léo escuchó un gran estruendo.
"¿Qué está pasando?"- preguntó Léo, intrigado.
"¡Son los ciervos y los jabalíes! Están peleando por la pradera!"- respondió su amigo, el conejo Rufi.
Léo no podía creer lo que escuchaba. Antes, todos los animales vivían juntos en paz. Se acercó a la pradera y vio a los ciervos con sus cuernos en alto y a los jabalíes con sus colmillos mostrando fuerza.
"¡Detengan esto!"- rugió Léo.
Pero los animales estaban tan enfadados que no le prestaron atención. Con el paso de los días, la pelea se intensificó y más animales comenzaron a tomar partido. Léo se preocupó mucho.
"¿Y si la guerra destruye nuestra casa?"- musitó Rufi, con los ojos llenos de lágrimas.
Léo decidió que era hora de actuar. Reunió a todos los animales en un gran claro del bosque.
"Amigos, esta pelea solo nos traerá dolor y desdicha. Ya no somos una familia. Nos estamos haciendo daño entre nosotros. ¿No recuerdan los días en que todos jugábamos juntos bajo el Sol?"- les dijo Léo con voz firme.
Algunos animales comenzaron a murmurar entre sí.
"Es cierto, extraño jugar con los ciervos..."- dijo una jabalí hembra.
"Y no puede ser que en vez de disfrutar, nos estemos lastimando"- añadió un ciervo.
Léo continuó.
"Propongo que hagamos una competencia de habilidades en lugar de pelear. Cada grupo puede demostrar su talento y, al final, decidamos juntos cómo compartir nuestra pradera"- sugirió con entusiasmo.
Los animales se miraron entre sí, dudando. Pero los ojos de Léo eran tan sinceros que empezaron a considerar la idea.
"La competencia puede ser divertida y ayudarnos a unirnos de nuevo. ¡Sí!"- exclamó Rufi.
Así, unieron fuerzas para organizar competencias de carrera, saltos y juegos de equipo. Léo actuaba como el juez y animador del evento con sus rugidos llenos de alegría.
Pero algo inesperado pasó. Durante la competencia, los jabalíes, que tenían muy mala fama por su carácter fuerte, se llevaron el primer premio en una carrera. Los ciervos, con la cabeza agachada, sentían resentimiento.
"¡Es injusto!"- gritó un ciervo.
"¡Ellos han hecho trampa!"- agregó otro.
Todo el ambiente se llenó de tensión. Léo, al ver que la paz estaba en juego nuevamente, propuso un nuevo desafío.
"¡Un juego de trabajo en equipo! Donde todos ganan si ayudan a sus compañeros. Lo que hagamos, lo haremos juntos"- dijo Léo con autoridad.
El desafío consistía en construir un refugio para los animales menores del bosque. Así, después de muchas risas, integramos a los jabalíes y a los ciervos, a los que les tomó unos minutos encontrar el ritmo juntos.
Al finalizar la jornada, todos los animales estaban agotados, pero con una sonrisa en el rostro.
"¡Hicimos un gran trabajo juntos!"- exclamó un ciervo.
"Esto fue tan divertido. ¡No hay rivalidad!"- dijo una jabalí hembra.
Léo sonreía al ver cómo sus amigos habían vuelto a unirse.
"Con amor y trabajo en equipo, siempre podemos encontrar soluciones. ¡Nunca dejen que la guerra y la desdicha rompan lo que juntos construimos!"- concluyó.
Desde aquel día, la pradera se llenó de risas y la amistad floreció de nuevo. Léo se convirtió en el valiente guardián de la paz en su reino, y aunque a veces había diferencias, los animales aprendieron que la comunicación y el trabajo en equipo podían resolver cualquier problema.
Así, todos ellos vivieron felices y en armonía, recordando siempre que la fuerza de la amistad siempre vence a la guerra.
FIN.