El leoncito bondadoso



Había una vez en la sabana africana un leoncito llamado Simón. A diferencia de los demás leones, Simón era muy amable y siempre trataba de ayudar a todos los animales que encontraba.

Un día, mientras paseaba por la selva, Simón escuchó un llanto desconsolado. Se acercó sigilosamente y descubrió a Lucas, el elefantito, atrapado entre unas ramas. "¡Ayuda! ¡Ayuda!" -gritaba Lucas. Simón no dudó ni un segundo y se acercó corriendo para liberar a su amigo.

Con mucho cuidado, movió las ramas hasta lograr soltarlo. "¡Gracias, Simón! Eres el leoncito más amable del mundo" -dijo Lucas emocionado. Simón sonrió y continuaron su camino juntos.

Pronto se encontraron con Martín, el mono travieso que estaba perdido en lo alto de un árbol sin saber cómo bajar. "¡Ayúdenme! ¡No sé cómo bajar!" -exclamó Martín asustado.

Sin pensarlo dos veces, Simón trepó el árbol y colocándose detrás de Martín lo sostuvo con sus patas para que pudiera bajar tranquilamente. "¡Muchas gracias por tu ayuda, Simón! Eres realmente increíble" -dijo Martín impresionado. Así siguieron caminando hasta llegar al río donde se encontraron con Julia, la jirafa distraída que había quedado atrapada entre unos matorrales espinosos.

"¡Auxilio! ¡No puedo moverme!" -gritaba Julia desesperada. Simón, sin pensarlo dos veces, se acercó y con mucho cuidado fue desenredando a Julia de los matorrales hasta que finalmente quedó libre. "¡Eres un leoncito maravilloso, Simón! Gracias por ayudarme" -dijo Julia aliviada.

Los tres amigos siguieron su camino y en el camino encontraron a Laura, la cebra torpe que había caído en un hoyo profundo y no podía salir. "¡Necesito ayuda! ¡No puedo salir de aquí!" -gritaba Laura angustiada.

Simón se acercó rápidamente y buscó una forma de rescatar a su amiga. Encontró una liana cercana y la lanzó hacia abajo para que Laura pudiera agarrarse y ser sacada del hoyo.

"¡Muchas gracias por tu valiosa ayuda, Simón! Eres realmente especial" -dijo Laura emocionada. Así continuaron su travesía por la sabana africana, ayudando a todos los animales que necesitaban su apoyo. Cada vez más animales se sumaban al grupo liderado por el leoncito amable.

Un día, mientras descansaban bajo un árbol, Simón recibió una noticia sorprendente: iba a ser coronado como el rey de la selva por su bondad y generosidad.

Todos los animales celebraron con alegría y aplaudieron al nuevo rey mientras él aceptaba con humildad su nuevo rol. A partir de ese momento, Simón gobernó la selva con sabiduría, siempre recordando que la amabilidad era lo más importante en la vida.

Y así, el leoncito amable demostró que con pequeños actos de bondad se puede hacer una gran diferencia en el mundo. Fin.

FIN.

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