El Leopardo y la Magia de la Nieve



En una selva cubierta de espesas hojas verdes, un leopardo llamado Leo tenía una misión muy especial. Cada vez que la temporada de frío llegaba y la nieve comenzaba a caer, Leo se transformaba en el limpiador oficial de la nieve. Pero no lo hacía solo; era todo un espectáculo que los animales de la selva esperaban con ansias.

"¡Mirá cómo brilla todo!" - decía la tortuga Tita emocionada, mientras observaba cómo Leo se movía ágilmente entre los árboles, limpiando la nieve con su gran cola.

"Sí, Leo es el mejor, pero a mí me encanta cuando paramos a jugar en la nieve después" - contestaba el loro Lalo con su voz chillona.

Los días que la nieve cubría todo el paisaje, los animales se reunían para hacer muñecos de nieve. Conejitos, ciervos, y hasta los más pequeños como los ratones, llevaban zanahorias que encontraban y se las ponían como nariz. Todo era alegría y risas en la nieve.

"¿Sabías que el viento nunca se lleva nuestras zanahorias en los días azules?" - comentó una de las ardillas, mientras colocaba cuidadosamente una zanahoria en el muñeco más grande que habían hecho.

"¡Es cierto! En esos días, el viento parece estar de nuestro lado" - agregó Leo, sonriendo.

Pero un día, mientras todos estaban en las alturas de la selva, algo extraño ocurrió. La nieve dejó de caer, y todos estaban ansiosos por hacer un gran muñeco de nieve, el más grande de todos. Sin embargo, la selva empezó a calentar y la nieve comenzó a derretirse rápidamente.

"¿Qué pasará con nuestro muñeco, Leo?" - preguntó la pequeña coneja Rina, con preocupación en sus ojos.

Leo, al ver la tristeza en sus amigos, decidió que debía hacer algo.

"No se preocupen, amigos. ¡Vamos a buscar una solución!" - dijo, decidido a salvar la diversión de sus amigos.

Así que, Leo reunió a todos los animales y juntos comenzaron a pensar. El loro Lalo tuvo una idea brillante.

"Podríamos ir al lago. ¡Si el sol brilla, podemos hacer una gran pileta de hielo!" - gritó.

Todos estaban de acuerdo y partieron hacia el lago, llevando sus zanahorias y alegría. Con mucho esfuerzo, lograron sacar bloques de hielo y crear una pista de patinaje improvisada.

"¡Es aún más divertido!" - gritó Rina, mientras se deslizaba por el hielo con sus amigos.

Lo que empezó como una preocupación se transformó en una nueva forma de diversión.

"Leo, eres un genio, no necesitamos la nieve para pasar un buen rato" - dijo Tita, sonriendo.

Desde aquel día, cada vez que la nieve caía, los animales sabían que, sin importar lo que sucediera, siempre podían encontrar una forma de divertirse juntos. Y así, el leopardo Leo se convirtió no solo en el limpiador de la nieve, sino también en el gran solucionador de problemas de la selva.

Así que, cuando veas que la nieve comienza a caer, recuerda que con un poco de imaginación, cualquier problema puede convertirse en una brillante oportunidad para jugar y disfrutar la vida con tus amigos.

FIN.

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