El libro de hierbas mágicas
Había una vez una familia muy divertida y unida que vivía en una pequeña casa en el campo. El papá se llamaba Juan y la mamá se llamaba Laura, y tenían un hijo llamado Federico.
Siempre estaban juntos, compartiendo risas y aventuras. Un día soleado, mientras disfrutaban de un delicioso almuerzo, Juan comenzó a hacer gestos extraños y a retorcerse de dolor. Laura también empezó a sentir malestar en su estómago. Ambos se miraron preocupados.
"¡Ay, me duele mucho la panza!" -exclamó Juan con cara de angustia. "A mí también me está doliendo mucho" -respondió Laura con voz temblorosa. Federico los observaba atentamente, sin entender qué estaba pasando.
Decidió acercarse a ellos para preguntarles qué les ocurría. "Papá, mamá ¿qué les pasa?" -preguntó Federico preocupado. "Nos duele el estómago, hijo" -respondió Juan mientras se agarraba la barriga. "Sí, querido. Parece que necesitamos hacer caca" -añadió Laura con expresión incómoda.
Federico no sabía exactamente qué significaba eso de "hacer caca", pero tenía claro que sus padres necesitaban ayuda. Así que decidió ponerse manos a la obra para encontrar una solución.
El valiente niño salió corriendo hacia el granero buscando algo que pudiera ayudarlos. Allí encontró un viejo libro sobre remedios naturales escrito por su abuelita Margarita. Rápidamente hojeó las páginas hasta encontrar una sección que hablaba sobre problemas estomacales. "¡Aquí está!" -exclamó Federico emocionado.
El libro recomendaba tomar infusiones de hierbas como manzanilla y menta para aliviar los dolores de estómago. Federico recordó que en el jardín trasero solían crecer muchas plantas medicinales, así que decidió buscarlas.
Corrió hacia el jardín y comenzó a recolectar hojas de manzanilla y ramitas de menta. Luego, con mucho cuidado, preparó dos tazas de té caliente para sus padres. Los llevó corriendo al comedor donde Juan y Laura aún seguían sufriendo por los retorcijones.
"¡Papá, mamá! Tomen esto, les ayudará a sentirse mejor" -dijo Federico mientras les ofrecía las tazas humeantes. Juan y Laura sorprendidos por la iniciativa de su hijo, aceptaron las tazas con gratitud. Bebieron el té lentamente mientras Federico los observaba con esperanza en sus ojos.
Poco a poco, los dolores empezaron a desvanecerse y un alivio reconfortante invadió sus cuerpos. Se miraron entre sí asombrados por la efectividad del remedio casero preparado por su pequeño héroe.
"Federico, ¡eres increíble!" -exclamó Juan abrazando emocionado a su hijo. "Gracias mi amorcito, eres nuestro ángel salvador" -añadió Laura mientras le daba un beso en la mejilla. La familia celebró su victoria sobre el dolor estomacal con una gran sonrisa y un abrazo grupal.
Federico se sentía feliz de haber podido ayudar a sus padres en ese momento difícil. Desde aquel día, Juan, Laura y Federico aprendieron la importancia de cuidar su alimentación y tomar medidas preventivas para evitar problemas estomacales.
También descubrieron que trabajar juntos como equipo era clave para superar cualquier obstáculo. Y así, esta familia tan especial continuó viviendo aventuras llenas de amor, risas y enseñanzas que les recordaban lo importante que es apoyarse mutuamente en los momentos difíciles.
Y todo comenzó con el deseo de hacer caca porque les dolía el estómago.
FIN.