El libro de la alegría



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Sofía era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Sofía encontró un libro mágico escondido entre las flores. El libro tenía una portada brillante y en ella se podía leer "El viaje de la alegría". Sofía abrió el libro con emoción y comenzó a leer.

En sus páginas, descubrió historias maravillosas sobre cómo la alegría podía cambiar la vida de las personas. Desde ese momento, Sofía decidió que quería ser como esos personajes del libro: alguien que siempre irradiara alegría.

Decidida a aprender más sobre la alegría, Sofía decidió emprender un viaje por su pueblo para conocer a diferentes personas y descubrir qué les hacía felices. Su primer encuentro fue con Don Manuel, el dueño de una heladería.

"¡Hola Don Manuel! ¿Qué te hace feliz?"- preguntó entusiasmada Sofìa. Don Manuel sonrió y le respondió: "Ver cómo los niños disfrutan de mis helados me llena de alegrìa". Sofìa continuó su camino hacia la plaza del pueblo donde encontró a Martina, una pintora muy talentosa.

"¡Hola Martina! ¿Qué te hace feliz?", preguntò emocionada Sofìa. Martina sonriò y le respondiò: "Pintar colores vivos en mis cuadros me trae mucha felicidad".

Así siguió Sofìa visitando a diferentes personas en el pueblo, descubriendo que cada uno tenía su propia forma de encontrar la alegría. Desde bailar, cantar, cuidar animales hasta ayudar a los demás. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Sofìa escuchó un llanto muy triste.

Siguiendo el sonido, encontró a un cachorro abandonado. Sin dudarlo, Sofìa decidió llevarlo a su casa y cuidarlo. El cachorro se convirtió en su compañero fiel y juntos compartieron momentos de alegría todos los días.

Sofía aprendió que la amistad también era una fuente de felicidad. Conforme pasaban los días, Sofìa se dio cuenta de algo importante: no solo podía recibir alegría de las cosas que le gustaban sino también podía darla a los demás.

Decidió organizar un festival en el pueblo para compartir la alegría con todos. Invitó a Don Manuel para que regalara helados, a Martina para que pintara murales coloridos y a todos aquellos que habían conocido durante su viaje.

El día del festival llegó y el pueblo se llenó de risas y sonrisas. Sofìa estaba feliz al ver cómo sus amigos disfrutaban tanto como ella al compartir la alegría con los demás.

Al final del día, cuando todo había terminado y las luces se apagaron, Sofìa miró hacia atrás y supo que había logrado algo maravilloso: había encontrado su propósito en la vida; ser una fuente de alegría para todos.

Desde ese momento en adelante, Sofìa siguió buscando nuevas formas de traer alegría a las personas que la rodeaban. Aprendió que la alegría no solo estaba en los libros mágicos, sino también en el corazón de cada persona.

Y así, Sofìa continuó su viaje por la vida, compartiendo su alegría con todos aquellos que conocía y enseñando a otros a encontrar la felicidad en las cosas simples de cada día. Fin.

FIN.

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