El libro de la felicidad


Había una vez una niña llamada Sofía que se sentía triste todos los días. No importaba lo que hiciera o cuánto intentara, siempre había un nubarrón gris en su corazón.

Un día, mientras caminaba por el parque, Sofía vio a un señor mayor alimentando a los patos del estanque. Se acercó y le preguntó: "Señor, ¿por qué siempre está feliz?"El señor sonrió y respondió: "Querida Sofía, la felicidad no es algo que viene de afuera.

Es algo que debemos encontrar dentro de nosotros mismos". Luego le dio un pequeño libro y dijo: "Este libro contiene secretos para encontrar la felicidad. Espero que te ayude". Sofía corrió a su casa emocionada por leer el libro.

Cuando lo abrió, encontró muchas historias sobre personas valientes y amables que habían superado obstáculos en sus vidas. Una historia en particular llamó su atención. Era sobre una niña llamada Valentina que vivía en un pueblo muy lejano.

Valentina también se sentía triste todos los días porque no tenía amigos. Un día, Valentina decidió hacer algo diferente.

Se puso su disfraz de superhéroe y salió a ayudar a las personas de su comunidad sin esperar nada a cambio. Ayudaba a ancianos a cruzar la calle, recogía basura del parque y compartía juguetes con niños menos afortunados. Poco a poco, las acciones de Valentina comenzaron a cambiar el ambiente del pueblo.

La gente empezó a sonreír más y hacer cosas amables también. Inspirada por la historia, Sofía decidió que ella también podía hacer algo para encontrar la felicidad. Al día siguiente, se levantó temprano y fue a ayudar en un comedor de beneficencia.

Allí conoció a muchas personas que necesitaban una sonrisa y un poco de amor. "¡Hola! ¿Cómo te llamas?" -preguntó Sofía a una niña llamada Lucía. "Soy Lucía, y tú?" -respondió Lucía con timidez.

Desde ese día, Sofía y Lucía se hicieron muy buenas amigas. Juntas recorrían el parque limpiando basura, visitaban a los abuelos del vecindario y compartían juguetes con niños menos afortunados.

A medida que Sofía se volvía más amable y generosa, su tristeza comenzaba a desaparecer. Se dio cuenta de que al hacer cosas buenas por los demás, también estaba haciendo cosas buenas por sí misma.

Un año después, el señor mayor del parque organizó una fiesta para celebrar los logros de Sofía y Lucía. Todo el pueblo asistió para mostrarles su gratitud por haber creado un lugar más feliz.

En esa fiesta, Sofía miró alrededor y vio muchas sonrisas en los rostros de las personas que había conocido durante su viaje hacia la felicidad. Se sintió orgullosa de sí misma porque sabía que había hecho una diferencia en sus vidas. A partir de ese día, nunca más volvió a sentirse triste todos los días.

Aprendió que la verdadera felicidad no está en lo material o en buscarla afuera; está dentro de nosotros mismos, en las acciones que realizamos y en el amor que compartimos con los demás.

Y así, Sofía vivió feliz el resto de sus días, inspirando a otros a encontrar la felicidad dentro de sí mismos también.

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