El Libro de la Gratitud
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Agradecida, donde todos sus habitantes vivían felices y en armonía. En este lugar mágico, la gratitud era el valor más importante que se enseñaba a los niños desde pequeños.
En el centro del pueblo vivía una niña llamada Lola, quien siempre estaba alegre y agradecida por todo lo que tenía. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, encontró un viejo libro con tapas de cuero y letras doradas.
Al abrirlo, descubrió que era un libro de hechizos antiguos. Lola decidió llevar el libro a la casa de la anciana del pueblo, Doña Rosa, para pedirle consejo sobre qué hacer con él.
Doña Rosa le explicó que los hechizos del libro solo podían ser utilizados por aquellos que practicaran la gratitud en su corazón. "¿Y cómo puedo demostrar mi gratitud?" preguntó Lola curiosa.
"La gratitud se demuestra no solo con palabras, sino también con acciones", respondió Doña Rosa con sabiduría. Lola decidió entonces emprender un viaje para encontrar tres objetos especiales que representaran su gratitud hacia la naturaleza y las personas que la rodeaban.
El primero fue una flor delicada que crecía en lo alto de una montaña escarpada; el segundo fue una pluma brillante caída de un pájaro exótico; y el tercero fue una piedra preciosa encontrada en lo profundo de una cueva oscura.
Con cada objeto encontrado, Lola sentía crecer su corazón lleno de gratitud hacia el mundo que la rodeaba.
Al regresar al pueblo con los tres objetos en sus manos temblorosas, Doña Rosa le reveló el secreto final: debía devolver cada objeto a su lugar original como muestra definitiva de su gratitud.
Lola siguió las instrucciones al pie de la letra y devolvió la flor a la montaña, dejando atrás lágrimas de emoción; colocó la pluma brillante junto al nido del pájaro exótico mientras cantaba una canción dulce; y depositó la piedra preciosa en lo más profundo de la cueva oscura sintiendo paz en su corazón.
Al regresar al lado de Doña Rosa con lágrimas brillosas en sus ojos verdes como esmeraldas, vio cómo el libro antiguo comenzaba a brillar intensamente ante ella. Una luz cálida envolvió su cuerpo mientras sentía cómo todo su ser se llenaba de amor y gratitud pura.
"¡Lo has logrado! Eres digna portadora del poder de los hechizos antiguos", exclamó emocionada Doña Rosa abrazando a Lola tiernamente. Desde ese día, Lola se convirtió en guardiana del libro mágico y usaba sus poderes para ayudar a todos los habitantes del pueblo cuando lo necesitaban.
Su corazón rebosante de gratitud iluminaba cada rincón oscuro e inspiraba a otros a seguir su ejemplo. Y así, gracias al valor supremo de la gratitud, Villa Agradecida floreció aún más como un lugar lleno de magia y bondad donde todos vivieron felices para siempre.
FIN.