El libro de las ideas brillantes


así que siempre buscaba la manera de hacer las cosas de la forma más rápida y sencilla posible.

A pesar de esto, le encantaba aprender y descubrir nuevas cosas, por lo que sus padres decidieron inscribirlo en una escuela especial para niños con talento. Un día, mientras jugaba en el parque, Juan se encontró con un anciano muy sabio que le dijo:- ¡Hola, joven! Veo que eres un niño muy inteligente.

¿Qué te gustaría ser cuando crezcas? Juan respondió sin dudarlo:- Me gustaría ser inventor. Me encanta crear cosas nuevas y útiles. El anciano sonrió y le entregó a Juan un pequeño libro con tapas gastadas.

- Este libro pertenecía a uno de los inventores más grandes de la historia. Estoy seguro de que te ayudará en tu camino. Juan agradeció al anciano y corrió a casa para leer el libro.

Descubrió que contenía ideas brillantes sobre inventos revolucionarios, pero también vio que muchas páginas estaban borroneadas o rotas. Decidió entonces utilizar su ingenio para completar las ideas incompletas del libro y mejorarlas con sus propias invenciones.

Pasaron los días, semanas y meses, y Juan trabajaba incansablemente en su taller improvisado en el garaje de su casa. Finalmente, llegó el día de la feria de ciencias de la escuela. Juan presentó su invento: un robot capaz de realizar tareas domésticas automáticamente. Todos quedaron impresionados por la creatividad y funcionalidad del invento.

Sin embargo, cuando llegó el momento de anunciar al ganador, el jurado declaró empate entre Juan y otra niña llamada Laura. Debían enfrentarse en un último desafío: construir un dispositivo para purificar agua contaminada.

Juan se puso manos a la obra e ideó una máquina innovadora que no solo purificaba el agua rápidamente, sino que también era amigable con el medio ambiente. Laura también trabajaba duro en su proyecto.

Llegó el día decisivo y ambos presentaron sus inventos ante toda la escuela. El jurado deliberó largamente hasta que finalmente anunciaron a Juan como ganador del primer puesto por su increíble máquina purificadora. Juan estaba emocionado y orgulloso de sí mismo.

Se acercó al anciano sabio del parque para contarle la noticia:- ¡Gané la feria de ciencias! Gracias por darme ese viejo libro lleno de ideas brillantes. El anciano sonrió con ternura:- No fue el libro lo que te hizo ganar, sino tu perseverancia, creatividad e inteligencia.

Eres un verdadero inventor en potencia. Desde ese día, Juan supo que no importa cuán haragán sea para escribir o cuántos obstáculos se interpongan en su camino; siempre podrá superarlos con esfuerzo y determinación.

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