El Libro de los Deseos Mágicos
Había una vez una niña llamada Lucía que soñaba con ser grande. Desde muy pequeña, admiraba a los adultos y anhelaba el día en que ella también podría hacer todas las cosas que ellos hacían.
Un día, mientras jugaba en el parque, Lucía encontró un libro mágico escondido debajo de un árbol. Sin pensarlo dos veces, lo abrió y comenzó a leerlo.
Al instante, se dio cuenta de que aquel libro tenía la capacidad de convertir sus deseos en realidad. Emocionada por esta maravillosa oportunidad, Lucía decidió pedirle al libro que la hiciera grande. Cerró los ojos con fuerza y repitió su deseo una y otra vez.
De repente, sintió un cosquilleo en todo su cuerpo y cuando abrió los ojos... ¡se había convertido en una adulta! Lucía estaba emocionada por poder hacer todo lo que siempre había soñado.
Comenzó a trabajar en un café como camarera para experimentar cómo era tener responsabilidades adultas. Aprendió a tomar órdenes de los clientes, servir comida y llevar la cuenta del dinero. Pero pronto se dio cuenta de que ser grande no era tan fácil como parecía.
Tenía muchas tareas por hacer todos los días y apenas le quedaba tiempo para jugar o divertirse como antes. Además, extrañaba mucho a sus amigos del colegio. Un día, mientras trabajaba en el café, escuchó a unos niños riendo felices afuera.
Se asomó por la ventana y vio a sus antiguos compañeros jugando juntos en el parque. -¡Qué bien se ven divirtiéndose! Me encantaría estar con ellos -suspiró Lucía. En ese momento, recordó que tenía el libro mágico y decidió pedirle un nuevo deseo.
Esta vez, quería volver a ser una niña para poder disfrutar de su infancia y jugar con sus amigos. Lucía cerró los ojos nuevamente y pidió con todas sus fuerzas regresar a su edad original.
Y así fue como volvió a convertirse en una niña pequeña. Llena de alegría, corrió hacia el parque y se reunió con sus amigos. Jugaron durante horas, riendo y divirtiéndose como nunca antes lo habían hecho.
Lucía se dio cuenta de que ser grande no era tan importante como disfrutar del presente y aprovechar cada etapa de la vida. Desde aquel día, Lucía aprendió a valorar su infancia y dejó de desear ser grande tan rápido.
Aprendió que crecer lleva tiempo y es mejor disfrutar el camino mientras dura. Y así, la historia de "La niña que quería ser grande" nos enseña que debemos vivir plenamente cada etapa de nuestra vida, sin apresurarnos por crecer demasiado rápido.
FIN.