El Libro de los Secretos Encantados


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Serena, donde Marta, una niña curiosa y valiente, vivía con su abuela en una acogedora casita cerca del bosque.

A Marta le encantaba jugar al vóley en la plaza con sus amigos todos los días después de la escuela. Un día soleado de verano, mientras Marta y sus amigos jugaban un apasionante partido de vóley, la pelota se desvió hacia el bosque.

Sin dudarlo, Marta corrió a buscarla adentrándose entre los árboles hasta que llegó a un claro misterioso que nunca antes había visto. En el centro del claro, descubrió un antiguo libro de hechizos lleno de polvo.

Intrigada por el libro, Marta decidió llevárselo a casa para investigar. Esa misma noche, cuando todos dormían, comenzó a hojearlo y descubrió que contenía antiguas palabras mágicas para viajar a lugares lejanos y fantásticos.

Sin pensarlo dos veces, pronunció las palabras en voz alta y sintió cómo el suelo temblaba bajo sus pies. De repente, todo se volvió borroso a su alrededor y Marta se encontró en medio de una selva exuberante con colores brillantes y animales parlanchines.

"-¡Increíble! ¿Dónde estoy?", exclamó asombrada Marta mientras exploraba maravillada ese nuevo mundo lleno de magia. Pronto se dio cuenta de que estaba en la Tierra Encantada, un lugar donde la magia lo envolvía todo.

Conoció hadas amigables que le enseñaron a volar sobre nubes esponjosas y duendes traviesos que le mostraron cuevas secretas llenas de tesoros. Pero no todo era diversión; también había peligros acechando en cada rincón oscuro del bosque encantado.

Una tarde, mientras cruzaba un puente custodiado por trolls gruñones, uno de ellos bloqueó su camino exigiendo resolver un acertijo imposible para pasar. Marta recordó una historia antigua que había escuchado sobre el poder de la amistad y decidió pedir ayuda a sus nuevos amigos mágicos.

Juntos trabajaron como equipo para resolver el acertijo del troll malhumorado y lograron seguir adelante hacia nuevas aventuras emocionantes.

Después de vivir increíbles experiencias en la Tierra Encantada durante lo que parecieron semanas pero fueron solo horas terrestres gracias al tiempo distorsionado allí presente; Marta sintió nostalgia por su hogar y decidió regresar usando las mismas palabras mágicas del libro hechizado.

Al despertar junto a su abuela al día siguiente con el sol filtrándose por las cortinas rosadas de su habitación; Marta sonreía sabiendo que aunque aquella aventura hubiese sido solo un sueño fugaz; siempre llevaría consigo las enseñanzas aprendidas: nunca subestimar la amistad ni tenerle miedo a lo desconocido ya sea dentro o fuera del campo de juego.

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