El libro de los valientes


Había una vez en un pueblito muy lejano, un niño llamado Tomás que había perdido a sus padres cuando era muy pequeño. Desde entonces, vivía con su tía Margarita, quien lo cuidaba con mucho amor y dedicación.

Tomás era un niño curioso y soñador, siempre imaginando aventuras y buscando maneras de divertirse.

Sin embargo, su tía Margarita trabajaba todo el día en la panadería del pueblo para poder mantenerlos a ambos, por lo que no siempre tenía tiempo para jugar con él. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Tomás descubrió una cueva misteriosa. Intrigado, decidió entrar y explorarla.

Para su sorpresa, dentro de la cueva encontró un viejo libro lleno de polvo y telarañas. "¡Vaya! ¿Qué será esto?", se preguntó Tomás mientras soplaba el polvo del libro. Al abrirlo, descubrió que era un libro de cuentos mágicos con historias increíbles sobre criaturas fantásticas y mundos desconocidos.

Fascinado por lo que leía, Tomás decidió llevarse el libro a casa para seguir leyéndolo.

Esa misma noche, mientras su tía Margarita preparaba la cena en la cocina, Tomás se sumergió en las páginas del libro y se dejó llevar por las emocionantes aventuras que narraba. "¡Tía Margarita! ¡Mira lo que encontré en la cueva hoy!", exclamó Tomás emocionado mostrándole el libro. Su tía levantó la mirada sorprendida y al ver el libro sonrió tiernamente.

Sabía lo importante que era para Tomás encontrar algo que lo apasionara y lo hiciera feliz. "Eso es maravilloso, querido. Disfruta cada página de ese tesoro", dijo su tía antes de darle un beso en la frente y continuar con sus labores en la cocina.

Con cada cuento que leía, Tomás aprendía valiosas lecciones sobre amistad, valentía y perseverancia. Se inspiraba en los personajes heroicos de las historias para enfrentar sus propios desafíos diarios.

Una mañana, al salir a jugar al parque del pueblo, vio a unos niños molestaban a un gatito indefenso. Recordando una historia del libro donde el protagonista defendía a los más débiles, Tomás decidió intervenir y proteger al gatito de los abusones.

"¡Dejen tranquilo al gatito! ¡No está bien molestar a quienes no pueden defenderse!", gritó Tomás con determinación. Los niños intimidados por su valentia se disculparon rápidamente y se fueron corriendo del parque. El gatito miró agradecido a Tomás antes de alejarse maullando felizmente.

Desde ese día, Tomás se convirtió en el héroe del pueblo, aquel niño valiente e inspirador que siempre estaba dispuesto ayudar a quienes lo necesitaran.

Y aunque seguían habiendo momentos difíciles, Tomàs sabia ahora que podìa superarlo gracias al amor, ya sea real o imaginario, de aquellos seres especiales como su Tìa Margarita.

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