El Libro del Perdón
Había una vez en un reino muy lejano, un rey llamado Martín que era conocido por ser muy bondadoso y justo con su pueblo.
A pesar de tener todo lo que quisiera, el Rey Martín disfrutaba pasar tiempo en su hermoso jardín real, donde se encontraban las flores más bellas y los árboles frutales más sabrosos. Un día, mientras paseaba por su jardín, el Rey Martín descubrió que uno de sus libros favoritos había desaparecido de la biblioteca real.
Este libro contenía historias mágicas y enseñanzas valiosas que el Rey apreciaba mucho. Sin dudarlo, decidió investigar quién había cometido este robo en su propio castillo.
El Rey Martín convocó a todos sus súbditos al jardín real y les contó lo sucedido. Les pidió ayuda para resolver el misterio del libro perdido y prometió una recompensa especial para aquel que lograra encontrar al ladrón.
Los habitantes del reino se pusieron manos a la obra y comenzaron a buscar pistas por todas partes. Durante días recorrieron cada rincón del castillo y preguntaron a todos los sirvientes si habían visto algo sospechoso. Pero nadie parecía tener información sobre el paradero del libro.
Una noche, mientras el Rey Martín observaba las estrellas desde su ventana, escuchó pasos sigilosos en el jardín. Rápidamente salió de su habitación y vio a una sombra intentando esconderse detrás de un árbol.
Con valentía, se acercó lentamente y descubrió que era uno de sus consejeros más cercanos quien tenía el libro en sus manos. "¡Pero qué haces tú aquí a estas horas! ¿Por qué has robado mi preciado libro?", exclamó el Rey Martín sorprendido.
El consejero avergonzado confesó que estaba celoso de la sabiduría contenida en ese libro y quería aprender más para impresionar al Rey.
El monarca, lejos de enfadarse, le explicó que la verdadera sabiduría no se encuentra en los libros sino en las acciones nobles y honestas que realizamos cada día. Conmovido por las palabras del Rey Martín, el consejero pidió perdón sinceramente y prometió enmendar su error devolviendo el libro a su lugar original.
El Rey lo perdonó e incluso le ofreció ser parte activa de la lectura compartida con todos los habitantes del reino para aprender juntos nuevas enseñanzas.
Desde ese día, el jardín real se convirtió en un lugar donde no solo crecían flores hermosas sino también valores como la amistad, la humildad y la generosidad gracias a la sabiduría compartida entre todos sus habitantes. Y colorin colorado este cuento ha terminado pero nuestra aventura apenas comienza...
FIN.