El Libro Encantado



Había una vez una niña llamada Mía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos verdes. Desde muy pequeña, Mía descubrió su pasión por el dibujo y la música.

Pasaba horas dibujando hermosos paisajes y cantando canciones alegres. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, encontró un viejo libro mágico. Al abrirlo, se dio cuenta de que podía hacer realidad todo lo que dibujara en sus páginas.

Mía estaba emocionada y decidió usar este poder para ayudar a los demás. Mientras exploraba las posibilidades del libro mágico, Mía llegó a un pueblo vecino donde conoció a Lucas, un niño triste y solitario.

Lucas tenía problemas para expresarse y comunicarse con los demás. Pero cuando escuchó cantar a Mía, algo cambió dentro de él. Lucas le pidió ayuda a Mía para encontrar su voz interior y aprender a comunicarse mejor.

Ella aceptó encantada y juntos comenzaron a trabajar en diversas actividades creativas utilizando el poder del libro mágico. Mía dibujaba diferentes situaciones donde Lucas debía interactuar con otras personas: jugando al fútbol con sus amigos, compartiendo historias en la biblioteca o participando en obras de teatro escolares.

A medida que Lucas practicaba estas situaciones imaginarias, ganaba confianza en sí mismo. Pero no todo era fácil en esta historia.

Un día, mientras ayudaban a otro niño tímido llamado Pedro, alguien robó el libro mágico de Mía sin dejar rastro alguno. Ambos niños se sintieron desanimados y tristes. ¿Cómo podrían seguir ayudando a los demás sin el libro? Decididos a no rendirse, Mía y Lucas buscaron pistas por todo el pueblo.

Preguntaron a todos los vecinos y amigos si habían visto algo sospechoso, pero nadie sabía nada. Hasta que un día, mientras caminaban cerca del río, encontraron una huella de zapato en la arena.

Siguiendo las huellas, llegaron hasta la casa del Señor Cacho, un anciano gruñón que vivía solo. Mía y Lucas le explicaron lo sucedido y le pidieron ayuda para recuperar el libro mágico. El Señor Cacho se conmovió con la historia de los niños y decidió ayudarlos.

Juntos idearon un plan para enfrentarse al ladrón. El Señor Cacho utilizaría su astucia para distraerlo mientras Mía y Lucas buscaban el libro en su escondite secreto. La noche siguiente, pusieron en marcha su plan.

Mientras el Señor Cacho distraía al ladrón con sus historias divertidas, Mía y Lucas encontraron el escondite del libro mágico debajo de una pila de viejos periódicos.

Con el libro nuevamente en sus manos, Mía y Lucas regresaron llenos de alegría al pueblo donde continuaron ayudando a otros niños a través del poder creativo del dibujo y la música. A partir de ese día, todos reconocieron a Mía como una verdadera heroína.

Aprendieron que no necesitaban magia para cambiar vidas; solo se necesitaba amor por lo que hacemos y valentía para enfrentar los obstáculos. Y así, Mía siguió dibujando y cantando, inspirando a todos los niños a perseguir sus sueños y encontrar su propia voz.

Porque en cada corazón hay un artista esperando ser descubierto.

FIN.

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