El libro encantado del unicornio



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Juanito. Juanito era un niño muy curioso y siempre quería saberlo todo.

Desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche, hacía mil preguntas a sus padres, maestros y vecinos. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Juanito encontró un libro mágico con tapas brillantes y páginas doradas.

Emocionado, lo abrió y comenzó a leer. El libro hablaba sobre criaturas fantásticas y lugares lejanos que despertaron aún más la curiosidad de Juanito. "¡Qué maravilla! Debo aprenderlo todo sobre estos seres increíbles", exclamó Juanito emocionado.

Juanito pasaba horas leyendo el libro mágico y memorizando cada detalle sobre las criaturas fantásticas. Se convirtió en un experto y no perdía oportunidad para presumir ante todos en el pueblo sobre sus conocimientos.

Un día, mientras caminaba por el bosque con su mejor amigo Tomás, escucharon un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Intrigados, se acercaron sigilosamente y descubrieron a una cría de unicornio atrapada entre las ramas. "¡Tenemos que ayudarla!", exclamó Tomás preocupado.

"No te preocupes, sé exactamente qué hacer", dijo Juanito con arrogancia, recordando lo que había leído en el libro mágico sobre cómo tratar a los unicornios.

Sin embargo, cuando intentó liberar al unicornio siguiendo las instrucciones del libro, solo logró asustarlo más y provocar que saliera corriendo asustado hacia lo profundo del bosque. Tomás miró a Juanito con tristeza y decepción. "Juanito, creo que tu deseo de saberlo todo te impidió ver lo realmente importante: escuchar al corazón y actuar con empatía", dijo Tomás sabiamente.

Juanito reflexionó sobre las palabras de su amigo y sintió remordimiento por su comportamiento arrogante.

Decidió entonces dejar de lado su afán por saberlo todo e iniciar un camino de aprendizaje basado en la humildad y la empatía hacia los demás seres vivos. A partir de ese día, Juanito se convirtió en un niño más comprensivo y dispuesto a aprender no solo de los libros, sino también del mundo que lo rodeaba.

Ayudaba a los animales heridos del bosque, compartía sus conocimientos sin jactarse e incluso aprendió a disculparse cuando cometía errores.

Con el tiempo, Juanito se convirtió en un ejemplo para todos en el pueblo gracias a su sabiduría genuina basada en la humildad y el respeto hacia los demás seres vivos. Y así comprendió que no es necesario saberlo todo para ser especial; lo importante es estar dispuesto a seguir aprendiendo cada día.

FIN.

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