El libro mágico
Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza, y dos amigos, José y Diana, se encontraban en el parque. Mientras jugaban al fútbol, vieron algo brillante entre la hierba. Curiosos, se acercaron y descubrieron un libro antiguo cubierto de polvo.
"¿Qué será esto?" - preguntó José mientras limpiaba la tapa con su camiseta.
"No lo sé, ¡pero parece mágico!" - respondió Diana, sus ojos brillando de emoción.
Al abrir el libro, las páginas comenzaron a brillar y, de repente, un torbellino de luces los envolvió. Cuando las luces se apagaron, se encontraron en un mundo lleno de colores y criaturas fantásticas. Había árboles que hablaban, ríos de chocolate y muchos personajes de cuentos que solo habían leído en sus libros.
"¡Mirá eso!" - exclamó Diana, señalando a un corazón de caramelo que flotaba en el aire.
"¡Y allí hay un dragón!" - dijo José, apuntando a una criatura que brillaba en tonos azul y verde. El dragón no parecía amenazante; más bien, parecía estar jugando con un grupo de niños.
Clasificándose por la emoción, los chicos decidieron seguir al dragón. Así, llegaron a un castillo donde vivía un sabio anciano llamado Juan, que era el guardián del mundo de la lectura.
"Bienvenidos, amigos. Este es el Reino de las Palabras" - dijo Juan, sonriendo."Sólo aquellos que valoran la lectura pueden estar aquí. ¿Qué les trae?"
"¡Encontramos el libro!" - respondió Diana, con mucha energía.
"Entonces, deben ayudarme. He notado que las historias del reino están desapareciendo. Si los cuentos se desvanecen, el mundo quedará en silencio. Ustedes son los elegidos para recuperar las palabras perdidas" - explicó Juan, alarmado.
Con la guía de Juan, José y Diana se enteraron de que debían viajar a diferentes lugares de este mundo mágico para recuperar los fragmentos de historias que habían sido robados por un monstruo llamado el Olvidador. El Olvidador se alimentaba de historias olvidadas y de la falta de imaginación.
"¡Estoy lista para la aventura!" - dijo Diana, llena de entusiasmo.
"Yo también, pero tenemos que ser valientes" - respondió José, aunque un poco asustado.
Los amigos comenzaron su odisea en el Bosque de las Fábulas, donde se encontraron con los personajes de sus cuentos favoritos. Todos les contaron historias y les enseñaron sobre la importancia de no olvidar sus relatos.
"Si creemos en nuestra imaginación, podemos vencer al Olvidador" - dijo un pequeño ratón que era muy sabio.
Luego, viajaron a la Montaña de los Sueños, donde descubrieron que muchos sueños habían sido robados por el monstruo. Allí conocieron a una valiente princesa que les ofreció ayudarles.
"Vamos a recuperar esos sueños juntos. La clave es creer en lo que leemos y soñar con ello" - dijo la princesa.
Después de muchas peripecias, enfrentaron al Olvidador, que era un monstruo triste más que temido. Al verlo, José le dijo:
"¿Por qué te alimentas de historias?" - preguntó curioso.
"Las historias son mi salvación. Sin ellas, me siento vacío. Las olvido y, al olvidarlas, me vuelvo invisible" - confesó el Olvidador, con lágrimas en los ojos.
Al escuchar sus palabras, Diana sintió empatía y le respondió:
"Podemos contarte historias. Si quieres, podemos compartirlas con vos. Lo importante es que no olvides que todos tenemos una historia que contar".
El Olvidador, sorprendido, aceptó la oferta. Y así, juntos empezaron a contar historias. Con cada relato, el monstruo se hizo más visible, y las historias regresaron al reino.
Al final, José y Diana regresaron a su hogar, pero no sin antes despedirse del mágico mundo que habían conocido.
"Gracias por enseñarnos que las historias son poderosas y que nunca debemos olvidarlas" - dijo José, abrazando a Juan.
"Y gracias a ustedes por recordar la magia de la imaginación" - respondió Juan, sonriendo.
De regreso al parque, José y Diana miraron el libro mágico.
"Deberíamos seguir contando historias siempre" - propuso Diana.
"Sí, ¡hagámoslo!" - respondió José con alegría. Y así, desde ese día, decidieron leer y contar historias a todos sus amigos, manteniendo viva la magia de las palabras.
Y así, los dos amigos aprendieron que la lectura no solo es un pasatiempo, sino un viaje a un mundo infinito de aventuras y creatividad. ¡Nunca olviden contar su historia y compartirla con los demás!
FIN.