El Libro Mágico de Emma



Emma era una niña curiosa y alegre a la que le encantaba leer. Un día, mientras exploraba el viejo desván de su abuela, encontró un libro completamente en blanco que parecía brillar a la luz del sol. Intrigada, decidió llevárselo a su habitación.

- ¿Qué será este libro? - se preguntó Emma, acariciando su portada.

A medida que lo abría, un suave resplandor la envolvió. Sin poder contener su emoción, Emma tomó un lápiz y escribió:

- Estoy en un bosque mágico.

De repente, las paredes de su habitación desaparecieron y se encontró rodeada de árboles altos y flores de colores brillantes. Todo era tan hermoso que Emma no podía creerlo.

- ¡Esto es increíble! - exclamó mientras corrió entre los árboles.

A cada paso que daba, una nueva palabra parecía cobrar vida. Escribió que quería ver a un unicornio, y de repente, apareció uno frente a ella.

- ¡Hola, Emma! - dijo el unicornio con una voz suave. - Soy Estrella.

- ¡Hola, Estrella! - respondió Emma, emocionada. - ¿Puedo montar en ti?

- Claro, pero primero debes aprender a ser valiente. - dijo Estrella mientras movía su cola.

Emma asintió y, con un nudo en el estómago, subió a su espalda. Juntas volaron sobre el bosque, disfrutando de la belleza del mundo. Pero de repente, una nube oscura surgió y comenzó a llover. Emma se asustó y escribió:

- Quiero volver a casa.

En un instante, se encontró de vuelta en su habitación, temblando pero emocionada. Emma comprendió que la magia del libro no solo era divertida, sino que también la llevaba a aprender sobre sí misma.

Por la noche, decidió volver a intentarlo, esta vez escribiendo:

- Quiero aprender a ser valiente y ayudar a mis amigos.

Al instante, el libro empezó a brillar y Emma se encontró nuevamente en el bosque, esta vez rodeada de sus amigos: Lucas y Sofía.

- ¡Hola, Emma! - gritaron al unísono.

- Chicos, vine a mostrarles algo increíble - dijo Emma, mostrando el libro.

- ¿Podemos escribir también? - preguntó Lucas.

- ¡Por supuesto! - exclamó Emma.

Juntos comenzaron a escribir aventuras, pero cada vez que se enfrentaban a un desafío, Emma se sentía un poco asustada. Un día, decidieron ayudar a un pequeño pájaro que había caído de su nido.

- ¡No sé cómo ayudarlo! - dijo Sofía, mirando al pájaro.

- ¡Yo tampoco! - añadió Lucas, preocupado.

Emma miró a sus amigos y recordó lo que había aprendido. Decidió escribir:

- Vamos a construir un pequeño nido y cuidar del pájaro.

Juntos recolectaron hojas y palitos, creando un acogedor refugio. Al final del día, el pájaro estaba seguro y los tres amigos se sintieron felices y orgullosos.

- ¡Lo hicimos! - gritó Emma.

- ¡Sí! - respondieron Lucas y Sofía. - Gracias, Emma, por ser tan valiente.

Emma sonrió, sintiéndose más segura de sí misma. Comprendió que escribir su historia no solo traía magia, sino que también le enseñaba a ser valiente y generosa. Decidió que siempre usaría su libro para hacer el bien.

Esa noche, antes de dormir, Emma escribió:

- Siempre seré valiente y ayudaré a mis amigos.

A partir de entonces, el libro se convirtió en su compañero de aventuras, cada día llenándolo con historias sobre solidaridad, valentía y amistad, enseñando a todos sus amigos que la verdadera magia está en el amor y el apoyo mutuo. Y así, Emma y su libro en blanco siguieron llenando el mundo de alegría y aprendizajes, donde cualquier palabra podía convertir un sueño en realidad.

FIN.

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