El libro mágico de Halloween



Había una vez tres hermanos llamados Lucas, Sofía y Mateo. Ellos vivían en un pequeño pueblo donde Halloween era celebrado por todos. Sin embargo, estos tres hermanos nunca habían festejado esta fecha porque les daba mucho miedo.

Cuando llegó octubre, el mes de Halloween, los niños comenzaron a sentirse tristes y excluidos. Veían cómo sus amigos se emocionaban por disfrazarse y salir a pedir dulces por las casas del vecindario, pero ellos no se atrevían a participar.

Un día, mientras buscaban algo interesante para leer en la biblioteca del pueblo, encontraron un libro antiguo y misterioso. Decidieron llevárselo a casa para explorarlo con más calma.

Al abrir el libro mágico, una nube de humo negro salió de sus páginas y una bruja apareció frente a ellos. Los niños temblaron de miedo al verla con su sombrero puntiagudo y verrugas en la nariz. "¡Ja ja ja! No tienen por qué asustarse", dijo la bruja riendo maliciosamente.

"Soy Morgana, la Bruja Buena. He venido aquí para ayudarlos". Los hermanos miraron a Morgana con incredulidad. ¿Una bruja buena? Eso sonaba raro.

Morgana les explicó que había escuchado sus lamentos sobre Halloween y quería mostrarles lo divertido que podía ser esta festividad si le perdían el miedo. "Pero... ¡las brujas son espantosas!", dijo Sofía temblando.

"¿Cómo podemos disfrutar Halloween si nos da tanto miedo?"La Bruja Buena sonrió y sacó de su bolsillo una varita mágica brillante. Con un movimiento, transformó a Lucas en un valiente caballero, a Sofía en una hermosa princesa y a Mateo en un intrépido pirata.

"Ahora verán que no hay nada que temer", dijo Morgana con una risa amigable. "Los invito a mi casa, donde celebraremos Halloween juntos". Los tres hermanos aceptaron la invitación y siguieron a Morgana hasta su hogar.

Al llegar, se encontraron con un lugar lleno de decoraciones espeluznantes pero divertidas: calabazas talladas, murciélagos colgando del techo y esqueletos bailando al son de la música. Morgana les enseñó cómo hacer manualidades terroríficas y les contó historias emocionantes sobre Halloween.

Les mostró que los disfraces eran solo para jugar y divertirse, no para asustarse. Poco a poco, Lucas, Sofía y Mateo comenzaron a perder el miedo. Se dieron cuenta de que los monstruos eran solo personas disfrazadas como ellos.

Empezaron a reírse mientras pedían dulces por las casas del vecindario junto con Morgana. A medida que pasaba la noche, los hermanos se dieron cuenta de lo equivocados que habían estado al tenerle miedo a Halloween. Descubrieron que esta festividad era una oportunidad para ser creativos e imaginativos.

Cuando llegó la medianoche, Morgana desapareció dejándoles un regalo especial: tres pequeñas escobas voladoras para seguir celebrando Halloween cada año. Desde ese día en adelante, Lucas, Sofía y Mateo esperaban con ansias la llegada de octubre.

Ya no tenían miedo de Halloween, sino que lo disfrutaban al máximo. Se dieron cuenta de que el verdadero espíritu de esta festividad era la diversión y la imaginación.

Y así, los tres hermanos aprendieron una valiosa lección: nunca juzgar a algo o alguien por su apariencia. A veces, detrás de lo desconocido se esconden grandes sorpresas y aventuras. Fin.

FIN.

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