El libro mágico de Hugo



Hugo era un chico de 14 años muy introvertido. No le gustaba tener amigos ni convivir con nadie. Pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, sumergido en sus libros y videojuegos.

Sus padres, preocupados por su actitud, intentaron animarlo varias veces a que saliera y se relacionara con otros jóvenes de su edad. Pero Hugo siempre se negaba rotundamente. Un día, mientras exploraba una vieja librería del barrio, Hugo encontró un libro muy especial.

Tenía un título llamativo: "El tesoro de la amistad". Intrigado, decidió llevárselo a casa y comenzar a leerlo.

A medida que avanzaba en las páginas, Hugo descubrió historias maravillosas sobre la amistad y cómo ésta podía cambiar la vida de las personas. Aunque al principio no le interesaba mucho el tema, algo empezó a despertar dentro de él. Decidió probar si esas historias eran reales y si realmente podría encontrar algún tipo de amigo.

Así que se armó de valor y tomó una decisión importante: iría al parque a jugar fútbol con otros chicos. Cuando llegó al parque, vio a un grupo de jóvenes divirtiéndose juntos.

Se acercó tímidamente y les preguntó si podía participar en el juego. Los chicos lo miraron sorprendidos pero aceptaron darle una oportunidad. Durante ese partido, Hugo descubrió lo divertido que era compartir momentos con otras personas. Rió, corrió y disfrutó como nunca antes lo había hecho.

Al finalizar el partido, los chicos lo invitaron a formar parte de su grupo. Desde ese día, Hugo comenzó a salir más y más.

Se hizo amigo de muchos chicos del barrio y descubrió que tenía habilidades para el dibujo, la música y hasta para contar chistes. La timidez que lo había dominado durante tanto tiempo fue desapareciendo poco a poco. Un año después, Hugo organizó una gran fiesta en su casa para celebrar su cumpleaños número 15.

Todos sus amigos estaban invitados, así como también sus padres y vecinos. La casa se llenó de risas, música y alegría.

En medio de la fiesta, Hugo se dio cuenta de cuánto había cambiado su vida desde aquel día en la librería. Ya no era el chico solitario que prefería quedarse encerrado en su habitación. Ahora tenía un montón de amigos con los que compartía momentos inolvidables.

El tesoro de la amistad había transformado por completo la vida de Hugo. Aprendió que abrirse al mundo y permitir que otras personas formaran parte de su vida podía ser algo maravilloso.

Y así, mientras soplaba las velas del pastel rodeado de risas y abrazos, Hugo supo que nunca más volvería a cerrarse al mundo ni rechazar una oportunidad para hacer nuevos amigos. Porque ahora sabía lo valioso e importante que era tenerlos cerca.

FIN.

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