El Libro Mágico de Juanito



En un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juanito era conocido por ser el mejor lector de su escuela. Siempre llevaba un libro bajo el brazo, saltando de página en página como si estuviera volando entre mundos mágicos. Un día, mientras exploraba el desván de su abuelo, encontró un libro antiguo y polvoriento que le llamó la atención.

"¡Mirá esto, abuelo!" - exclamó Juanito, emocionado.

"Ese es un libro especial, Juanito. Se dice que contiene historias que pueden cobrar vida" - respondió el abuelo con una sonrisa misteriosa.

Juanito, intrigado, decidió llevar el libro a la casa de su amigo Flabio.

"Che, Flabio, ¡encontré un libro que puede hablar!" - le dijo mientras revolvía las páginas en su living.

"No me hagas reír. Un libro no puede hablar" - contestó Flabio, escéptico pero curioso a la vez.

Esa noche, mientras Juanito leía en voz alta, algo increíble ocurrió. De repente, las palabras comenzaron a brillar y a emanar luz. Un pequeño duende llamado Lúcio apareció de entre las páginas, estirándose y dando saltitos.

"¡Hola, Juanito! ¡Hola, Flabio! Soy Lúcio, el duende guardián de este libro!" - dijo con una sonrisa amplia.

"No puede ser cierto" - murmuró Flabio, todavía sin creerlo.

Lúcio les explicó que cada vez que alguien leía de su libro, tenía el poder de entrar en las historias, así que si ellos querían, podrían vivir una aventura juntos.

"¡Sí, por favor!" - gritó Juanito, saliendo disparado del sillón. "¿Podemos explorar el castillo de los dragones?"

"Claro, ¡a la aventura!" - dijo Lúcio, y con un chasquido de sus dedos, el living se transformó en un majestuoso castillo.

Ambos chicos se encontraron en una sala enorme, llena de tesoros y... un dragón. Era enorme, con escamas brillantes y ojos que destellaban como el sol. Pero, en lugar de asustarse, Juanito se acercó.

"Hola, dragón, ¡no venimos a pelear!" - dijo Juanito valientemente.

"¿Por qué no me han traído un desafío?" - preguntó el dragón, con voz profunda y resuenante. "Soy el dragón más fuerte del reino, pero me aburro de pelear sin motivo."

Juanito se le ocurrió una idea.

"¡Podemos hacer un concurso de historias! Tú cuentas una historia y nosotros contamos la nuestra. El que cuente la mejor historia, gana un tesoro".

"¡Eso suena interesante!" - respondió el dragón, dejando escapar un pequeño humo.

Así, comenzaron a contar historias. El dragón habló sobre cómo una vez salvó un reino, a lo que Juanito y Flabio le contaron sobre su viaje a través del bosque de las maravillas. Las risas y la creatividad llenaron la sala, y al final, todos se sintieron ganadores.

"¡Nunca había disfrutado tanto!" - exclamó el dragón. "Por su valentía y creatividad, aquí tienen un tesoro: un libro que guarda todas las historias de este reino. ¡Cuídalo bien!" - dijo, entregándoles un libro brillante.

Juanito y Flabio regresaron a su casa, todavía sorprendidos por la aventura.

"¿No fue increíble?" - preguntó Juanito, lleno de felicidad.

"Sí, pero esto no se lo contemos a nadie, suena loco" - respondió Flabio, riendo.

Ambos guardaron el secreto del libro mágico y se dieron cuenta de que cada vez que leían, no solo entraban en cuentos, sino que también podían crear los suyos propios.

Desde ese día, Juanito y Flabio no solo leyeron libros, sino que también empezaron a escribir sus historias y aventuras. Se convirtieron en verdaderos narradores, llevando la magia de las palabras a su escuela y pueblo.

Y así, aprendieron que la lectura y la creatividad son tesoros que nunca se apagan y que siempre llevan a nuevas aventuras, solo hay que dejar volar la imaginación.

FIN.

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