El Libro Mágico de la Aventura

Era un día soleado en el Colegio San Martín, y Lucas, un chico de diez años, estaba emocionado por la clase de literatura. Hoy iba a presentar su libro favorito, un antiguo libro mágico que su abuela le había regalado. Lucas siempre había pensado que el libro tenía poderes, ya que cada vez que le leía, cosas sorprendentes sucedían a su alrededor.

Al llegar a la escuela, Lucas se encontró con su mejor amigo, Tomás.

"¡Che, Tomás! Hoy presento el libro mágico, estoy re emocionado" - dijo Lucas, moviendo su libro de lado a lado con entusiasmo.

"¡Qué groso! Espero que la profe quede impresionada" - respondió Tomás, ajustándose las gafas.

Sin embargo, cuando llegó el momento de la presentación, Lucas se dio cuenta de que su libro no estaba en su mochila. Su corazón se hundió.

"No puede ser... ¿Dónde está?" - murmuró, buscando frenéticamente.

"¿Te acordás dónde lo dejaste?" - preguntó Tomás, intentando ayudar.

Lucas recordó que había estado leyendo el libro en el parque después de la escuela el día anterior. Así que, sin perder tiempo, corrieron hacia el parque.

Al llegar, comenzaron a buscar bajo los bancos y en los arbustos. Pero el libro no aparecía.

"Tal vez alguien lo encontró y lo llevó a la escuela" - sugirió Tomás.

Lucas se sintió un poco más esperanzado, así que decidieron volver al colegio y preguntar.

Al llegar, encontraron a Ana, la encargada de la biblioteca.

"Hola, Ana! ¿Has visto un libro mágico por aquí?" - preguntó Lucas, aún con la esperanza a flor de piel.

"¿Mágico? ¿De qué trata?" - respondió Ana, intrigada.

"Es un libro sobre aventuras y lugares fantásticos que realmente me hace sentir que todo es posible" - explicó Lucas.

"No lo he visto. Pero, ¿sabes qué? Quizás deberías buscar en el aula de arte. A veces, los alumnos lo dejan ahí mientras pintan" - sugirió ella.

Lucas y Tomás corrieron a la aula de arte. Aunque encontraron algunos materiales olvidados y algunas pinturas, el libro no estaba por ningún lado. Lucas comenzó a desanimarse.

"Quizás no lo voy a recuperar..." - dijo Lucas, con lágrimas en los ojos.

"No te rindas, amigo. A veces, las cosas aparecen en el momento menos esperado" - le aconsejó Tomás.

Mientras hablaban, escucharon una risa proveniente del patio. Al acercarse, vieron a un grupo de chicos jugando y uno de ellos sostenía el libro mágico en sus manos.

"¡Eh, eso es mío!" - gritó Lucas.

"Oh, lo encontramos en el parque. Lo estábamos usando para un juego" - explicó uno de los chicos, un poco avergonzado.

Lucas se sintió aliviado al verlo, pero también un poco frustrado que lo hubieran tratado como un simple juguete.

"No es un juguete, es un libro mágico!" - exclamó con entusiasmo.

Los chicos lo miraron confundidos, pero Lucas decidió explicarles.

"Este libro tiene historias que pueden animarte, enseñarte y llevarte a lugares maravillosos. Si quieren, puedo leerles un cuento de él" - propuso.

Los chicos se miraron entre ellos, sorprendidos por la propuesta, y finalmente aceptaron. Lucas se sentó en el suelo y comenzó a leer en voz alta. A medida que las palabras cobraban vida, los chicos se fueron acercando, cautivados por la historia. Al terminar, todos aplaudieron.

"¡Eso fue increíble, Lucas!" - dijo uno de los chicos, asombrado.

"No sabía que un libro podía ser tan divertido" - comentó otro.

Lucas sonrió. En ese momento, comprendió que, aunque había perdido el libro, había ganado nuevos amigos y había compartido la magia de la lectura con ellos.

"Si quieren, podemos hacer un club de lectura y leer juntos cada semana" - sugirió Lucas entusiasmado.

Todos estuvieron de acuerdo, y así, Lucas no solo recuperó su libro mágico, sino que también creó un nuevo camino hacia la amistad y el amor por la lectura. El colegio San Martín se convirtió en un lugar no solo de aprendizaje, sino de imaginación y aventuras compartidas, y la historia del libro mágico se transformó en un símbolo de unión entre todos.

Al final del día, Lucas miró el libro y sonrió, porque ahora sabía que la verdadera magia estaba en compartir las historias.