El libro mágico de la casa embrujada
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una casa abandonada que se decía estaba embrujada. Nadie sabía exactamente qué sucedía allí dentro, pero los rumores decían que las personas que habían entrado nunca volvían a salir.
Un día, tres amigos llamados Tomás, Sofía y Juan decidieron explorar la casa embrujada. Entraron por la puerta principal y caminaron por los pasillos oscuros y llenos de polvo.
De repente, se escuchó un ruido extraño detrás de ellos. Los niños se asustaron tanto que comenzaron a correr hacia la salida, pero cuando llegaron a la puerta principal descubrieron con horror que estaba cerrada con llave. - ¡Estamos atrapados! -gritó Sofía-.
¿Qué vamos a hacer? - Tranquilos chicos -dijo Tomás-, encontraremos una manera de salir. Los niños comenzaron a buscar una salida desesperadamente mientras escuchaban extraños sonidos alrededor de ellos. De repente, vieron una luz brillante en el sótano y decidieron bajar para investigar.
Allí abajo encontraron algo sorprendente: un viejo libro mágico con instrucciones para liberarse del hechizo de la casa embrujada. Los niños estaban emocionados y leyeron cada palabra detenidamente hasta comprender lo que debían hacer.
Debían encontrar cuatro objetos específicos escondidos en diferentes habitaciones de la casa: un espejo roto, un reloj antiguo sin manecillas, un sombrero negro y una varita mágica dorada. Los niños salieron corriendo hacia las habitaciones, buscando los objetos con la ayuda del libro mágico.
Pero no sería fácil. Cada vez que encontraban un objeto, algo extraño sucedía en la casa y debían enfrentar nuevos obstáculos.
Finalmente, después de mucho esfuerzo, lograron encontrar todos los objetos requeridos y regresaron al sótano para seguir las instrucciones del libro mágico. Juntos colocaron el espejo roto en el suelo, pusieron el reloj antiguo sin manecillas encima del sombrero negro y luego lo sostuvieron frente al espejo mientras Juan sostenía la varita dorada en alto.
De repente, una luz brillante llenó todo el sótano y los niños se sintieron transportados a otro lugar. Cuando abrieron los ojos, estaban de vuelta afuera de la casa embrujada.
La puerta principal estaba abierta y podían ver la luz del sol entrando por las ventanas rotas. - ¡Lo logramos! -exclamó Sofía-. ¡Somos libres! - Sí -dijo Tomás-, pero aprendimos una gran lección: nunca subestimes el poder de trabajar juntos para resolver un problema.
Los tres amigos se tomaron de las manos y caminaron hacia su hogar con una sonrisa en sus rostros sabiendo que habían superado juntos un gran desafío.
Desde ese día en adelante nunca más volvieron a entrar a esa casa embrujada pero siempre recordarán esa aventura como una experiencia inolvidable que les enseñó sobre trabajo en equipo y perseverancia ante los desafíos difíciles.
FIN.