El libro mágico de la creatividad
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un grupo de niños muy curiosos y creativos. Ellos amaban jugar y divertirse juntos, pero también disfrutaban aprender cosas nuevas cada día.
Un día, mientras exploraban el bosque cercano al pueblo, encontraron un viejo libro lleno de historias mágicas. Entre todas las páginas polvorientas, descubrieron una historia que les llamó mucho la atención: la creación del mundo por Dios.
Los niños se emocionaron tanto con la historia que decidieron hacer una escenificación para compartirla con todos en su pueblo. Se reunieron en el parque central y comenzaron a planificar cómo iban a representarla.
- ¡Yo quiero ser el sol! - exclamó Lucas mientras extendía sus brazos hacia arriba. - ¡Y yo seré la luna! - dijo Martina con entusiasmo. - Yo puedo ser los árboles y las flores - ofreció Sofía. Así fueron repartiendo los roles entre ellos hasta que cada uno tenía su personaje asignado.
Con mucha ilusión, empezaron a ensayar sus líneas y movimientos. Aprendieron sobre cómo moverse como animales, como soplar viento o como caer gotas de lluvia. Cada detalle era importante para lograr una escenificación mágica.
Finalmente llegó el gran día de la presentación. Los padres y vecinos del pueblo se reunieron alrededor del escenario improvisado en el parque central. Los niños estaban nerviosos pero emocionados por mostrar lo que habían preparado.
La música comenzó a sonar y los niños entraron al escenario vestidos con trajes hechos por ellos mismos. La escenificación empezó con la oscuridad y el silencio, representando el comienzo del mundo antes de que Dios lo creara.
- ¡Que se haga la luz! - exclamó Lucas mientras extendía sus brazos hacia arriba. En ese momento, Sofía entró al escenario con una gran lámpara encendida en su mano, simulando el nacimiento del sol. Martina apareció detrás de ella con una linterna en forma de luna.
El resto de los niños comenzaron a moverse como árboles y flores mientras repetían las palabras —"crecimiento" y —"vida" . Con cada paso que daban, el paisaje cobraba vida ante los ojos asombrados del público.
Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, un fuerte viento sopló desde atrás del escenario y apagó la lámpara de Sofía. Todos quedaron sorprendidos y preocupados por cómo continuarían sin luz. - ¡No podemos rendirnos! - exclamó Lucas con determinación.
Los demás niños asintieron y buscaron soluciones rápidas. Encontraron velas pequeñas en sus bolsillos y las encendieron para reemplazar la luz perdida. La escenificación continuó con más fuerza que nunca.
Los niños improvisaron movimientos graciosos para representar a las estrellas brillantes en el cielo nocturno. Las risas resonaban entre el público mientras veían cómo estos valientes niños superaban cualquier obstáculo. Finalmente, llegaron al momento culminante: la creación de los seres humanos.
Cada niño tomó su lugar en el escenario e hizo una reverencia hacia el público. Todos aplaudieron y se emocionaron al ver cómo estos pequeños actores habían logrado crear un mundo lleno de magia.
La escenificación terminó con una gran ovación por parte del público, seguida de abrazos y felicitaciones para los talentosos niños. Ellos se sentían orgullosos de su trabajo en equipo y de haber compartido una historia tan especial con todos.
Desde aquel día, los niños de Villa Esperanza siguieron explorando nuevas historias y aprendiendo juntos. Descubrieron que la creatividad y el esfuerzo pueden superar cualquier obstáculo, incluso cuando las cosas no salen como están planeadas.
Y así, cada uno de ellos siguió creciendo y dejando huellas mágicas en el mundo que Dios había creado para todos disfrutar.
FIN.