El libro mágico de Tania



Tania estaba emocionada por la mudanza a la casa antigua. Desde que llegaron, había algo en ese lugar que la llamaba poderosamente. Mientras sus padres descargaban las cajas del auto, Tania decidió explorar un poco.

Subió las escaleras de madera crujiente y se adentró en uno de los pasillos. La luz entraba tenuemente por las ventanas cubiertas de polvo, creando sombras misteriosas en las paredes descascaradas.

Tania sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero siguió adelante con valentía. De repente, escuchó un ruido proveniente del piso de arriba. Intrigada, subió lentamente las escaleras hasta llegar a una puerta entreabierta.

Con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, empujó la puerta y entró a lo que parecía ser un viejo estudio abandonado. En el centro de la habitación, una mesa cubierta de polvo y libros viejos llamó su atención. Tania se acercó y sopló el polvo de uno de los libros.

Al abrirlo, descubrió que era un libro de cuentos antiguos con ilustraciones maravillosas. Hipnotizada por las historias que leía, no se dio cuenta del paso del tiempo hasta que escuchó a sus padres llamarla para cenar.

Guardó el libro entre sus cosas y bajó corriendo para compartir con ellos todo lo que había descubierto. "¡Mamá, papá! Encontré este libro increíble en el estudio de arriba", exclamó Tania emocionada. Sus padres intercambiaron miradas sorprendidas antes de preguntarle sobre el libro.

Tania les contó sobre los cuentos maravillosos y les mostró algunas ilustraciones. "Es increíble, ¿verdad? Creo que esta casa esconde muchos secretos maravillosos", dijo Tania con una sonrisa en el rostro.

Esa noche, después de cenar juntos como familia, Tania subió a su habitación con el libro bajo el brazo. Se acurrucó en la cama y comenzó a leer una nueva historia mientras su imaginación volaba libremente por mundos fantásticos y emocionantes.

A partir de ese día, Tania exploraba cada rincón de la casa antigua en busca de más tesoros escondidos: desde cartas antiguas hasta fotografías desgastadas por el tiempo. Cada hallazgo alimentaba su curiosidad y despertaba su creatividad.

Con el paso del tiempo, la casa antigua se convirtió en un hogar lleno de historias pasadas y futuras por escribir. Y Tania aprendió una valiosa lección: siempre hay belleza en lo antiguo y misterioso si nos atrevemos a explorarlo con ojos curiosos y mente abierta.

FIN.

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