El Libro Mágico de Tomás
Era una tarde soleada en el pequeño pueblo de Villaventura, donde vivía un niño llamado Tomás. A Tomás le encantaba jugar al aire libre y correr por el campo, pero había algo que lo fascinaba aún más: los libros. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró un viejo libro cubierto de polvo. La tapa mostraba un hermoso dragón dorado que parecía brillar a la luz del sol.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Tomás mientras soplaba el polvo.
Al abrirlo, una luz brillante salió del libro y lo envolvió en una nube de colores. Cuando la luz se disipó, Tomás se dio cuenta de que ya no estaba en el desván, ¡sino en un bosque mágico! Árboles de caramelos y flores que cantaban lo rodeaban.
"¡Bienvenido, Tomás!" - exclamó una mariposa enorme que voló a su lado.
"¿Yo? ¿Cómo sabías mi nombre?" - preguntó Tomás, asombrado.
"Este es el Reino de los Libros. Tú eres nuestro nuevo lector. Cada página de este libro te llevará a un nuevo mundo, pero debes aprender lecciones importantes en cada uno de ellos" - explicó la mariposa con una sonrisa.
Así comenzó la aventura de Tomás. En su primer viaje, llegó a un lugar donde todos los habitantes eran animales que hablaban. Allí conoció a un conejo llamado Tito que tenía problemas. "- No puedo encontrar mis zanahorias y estoy muy hambriento!" - dijo Tito.
Tomás, recordando una historia que había leído, tuvo una idea.
"¿Por qué no buscamos juntos? Seguro que si compartimos ideas podemos resolverlo" - sugirió Tomás.
Juntos, hicieron un mapa y lo siguieron. Al final, encontraron las zanahorias en un lugar donde nadie las había buscado. Tito estaba tan agradecido que le prometió a Tomás ser su amigo siempre.
Cada vez que Tomás pasaba una página en su libro mágico, viajaba a un nuevo mundo. En uno de ellos, ayudó a una princesa a aprender la importancia de la amistad, y en otro, le mostró a un mago que compartir su magia lo hacía más poderoso.
A medida que Tomás vivía estas aventuras, comenzó a darse cuenta de que había algo especial en los libros. No solo lo llevaban a lugares mágicos, sino que también le enseñaban valiosas lecciones sobre la amistad, la solidaridad y la responsabilidad.
Después de muchas aventuras, Tomás llegó a la última página del libro y, en un destello brillante, se encontró nuevamente en el desván de su abuela.
"¡Wow! ¿Todo esto fue real?" - pensó mientras miraba el libro.
Desde aquel día, Tomás no solo siguió leyendo, sino que también compartió sus historias con sus amigos y les mostró cómo los libros podían llevarlos a lugares increíbles. Cada vez que un compañero le preguntaba sobre un libro, Tomás les decía:
"¡Te invito a viajar conmigo! Cada libro es una puerta a un nuevo mundo. Solo hay que abrirlo y dejarse llevar."
Y así, poco a poco, Tomás se convirtió en el niño que amaba los libros y que animaba a todos a descubrir la magia que había en ellos.
Al final, entendió que los mundos mágicos no solo estaban en sus páginas, sino también en la imaginación y el corazón de cada lector.
FIN.