El libro olvidado
Había una vez un libro muy especial llamado "El libro que no quería ser leído". A diferencia de otros libros, este tenía una personalidad única y pensaba que no merecía ser leído por nadie.
Siempre se escondía en la parte más alta del estante de la biblioteca, tratando de pasar desapercibido. Un día, llegó una niña llamada Sofía a la biblioteca. Ella era curiosa y siempre buscaba nuevos libros para leer.
Mientras exploraba las estanterías, sus ojos se posaron en el libro solitario en lo alto del estante. Sofía se acercó al libro y dijo: "¡Hola! ¿Por qué te escondes allá arriba? Pareces muy interesante". El libro respondió tímidamente: "-No soy interesante, nadie querrá leerme".
Sofía quedó sorprendida por la respuesta del libro. Decidió hablar con él para descubrir por qué pensaba así. "-¿Por qué crees eso?", preguntó ella amablemente.
El libro explicó tristemente: "-A veces siento que mi historia no es lo suficientemente emocionante o importante como para ser leída por alguien. No quiero decepcionar a nadie". Sofía sonrió comprensivamente y dijo: "-Todos los libros tienen algo valioso que compartir, incluso si parece pequeño o simple.
Cada historia tiene su encanto único". Intrigada, Sofía decidió abrir el libro y comenzar a leerlo en voz alta mientras se sentaban juntos en un rincón tranquilo de la biblioteca. A medida que avanzaban las páginas, el libro empezó a sentirse más confiado.
Escuchaba atentamente a Sofía mientras ella le daba vida a los personajes y describía los lugares que aparecían en la historia. "-¡Wow! ¡Eres realmente bueno contando historias!", exclamó el libro emocionado.
Sofía sonrió y respondió: "-Todos tenemos talentos especiales, incluso los libros. Tú tienes una forma única de transportarnos a otros mundos y enseñarnos cosas nuevas". A medida que pasaban los días, Sofía seguía leyendo el libro con entusiasmo.
Cada vez más personas se interesaban por él y lo pedían prestado de la biblioteca. El libro comenzó a sentirse feliz y realizado al ver cómo su historia impactaba positivamente en las vidas de quienes lo leían.
Un día, cuando Sofía fue a devolver el libro, notó que ya no estaba en su lugar habitual en el estante. Se acercó al bibliotecario y preguntó por él.
El bibliotecario sonrió y dijo: "-Tu lectura ha sido tan inspiradora para todos que decidimos darle un lugar especial en la sección destacada de la biblioteca". Sofía se alegró mucho al escuchar eso. Saber que había ayudado al libro a superar sus inseguridades fue una gran recompensa para ella.
Desde ese día, "El libro que no quería ser leído" se convirtió en uno de los favoritos de la biblioteca. Las personas hacían filas para leerlo y descubrir su historia maravillosa.
Y así fue como el pequeño libro aprendió una valiosa lección: cada historia tiene valor y merece ser compartida con el mundo, sin importar cuán modesta o sencilla pueda parecer. Y, a veces, solo necesitamos a alguien que nos recuerde lo especial que somos.
FIN.