El libro secreto del bosque


En lo más profundo del bosque, entre árboles altos y hojas crujientes, vivía Ana con su madre y su hermano Miguel.

Su mamá trabajaba todo el día en la ciudad para poder llevar comida a la mesa y darles un techo donde dormir. Los días eran largos para los niños, quienes se entretenían explorando el bosque y sus misterios.

Una tarde, mientras jugaban a las escondidas, Ana y Miguel descubrieron una casa abandonada en ruinas en medio de una esquina del bosque. La casa parecía muy antigua, con ventanas rotas y puertas desvencijadas. A pesar de que les daba un poco de miedo, la curiosidad los impulsó a acercarse.

-¡Mira Ana! ¡Una casa abandonada! ¿Crees que esté embrujada? -preguntó Miguel con temor. -¡No seas tonto Miguel! Seguro hay tesoros escondidos adentro -respondió Ana valientemente. Decidieron entrar a explorar la vieja casa. Con cada paso resonaba el crujir de las tablas podridas bajo sus pies.

Descubrieron habitaciones vacías llenas de polvo y telarañas, muebles destrozados por el tiempo y paredes descascaradas. Pero algo llamó la atención de Ana: en una esquina había un viejo baúl cubierto de polvo.

Al abrirlo con cuidado, encontraron un montón de libros antiguos con historias maravillosas e ilustraciones coloridas. Entre ellos hallaron uno especial titulado "El secreto del bosque encantado". -¡Qué emocionante! ¡Vamos a leer este libro juntos! -exclamó Ana entusiasmada.

Durante días enteros, Ana y Miguel se sumergieron en las páginas del libro descubriendo aventuras increíbles sobre hadas, duendes y criaturas mágicas que habitaban el bosque encantado. Cada noche antes de dormir se prometían seguir explorando juntos como valientes aventureros.

Poco a poco, la casa abandonada se convirtió en su refugio secreto donde imaginaban mundos fantásticos e inventaban nuevas historias llenas de magia y diversión. Se sentían más unidos que nunca compartiendo aquellos momentos especiales lejos del bullicio de la ciudad.

Un día, al regresar del trabajo, su mamá notó un cambio en los ojos brillantes de sus hijos y decidió acompañarlos en su próxima visita a la casa abandonada.

Al ver cómo disfrutaban juntos leyendo cuentos e inventando historias inspiradoras supo que lo más importante era estar presente en sus vidas aunque el trabajo fuera duro.

Así fue como Ana, Miguel y su madre aprendieron que no importa cuánto trabajes o qué tan difícil sea la vida si tienes amor y creatividad puedes convertir cualquier situación adversa en una oportunidad para crecer juntos como familia. Y así continuaron viviendo felices entre risas y aventuras en medio del bosque mientras construían recuerdos inolvidables que perdurarían por siempre en sus corazones.

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