El Líder Inclusivo


Había una vez un niño llamado Mario, que era muy especial. Mario tenía TEA, lo cual significaba que a veces le resultaba difícil entender las emociones de los demás y hacer amigos en el colegio.

Mario era un niño amable y cariñoso, pero sus compañeros no siempre comprendían su comportamiento. A menudo se sentía solo y triste porque nadie quería jugar con él durante el recreo.

Un día, mientras caminaba por el parque después del colegio, Mario encontró una caja mágica. La caja estaba cubierta de brillantes colores y emitía un resplandor especial. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla. Dentro de la caja había una pequeña marioneta llamada Mateo.

Mateo también tenía TEA y entendía perfectamente cómo se sentía Mario. "¡Hola! Soy Mateo", dijo la marioneta con entusiasmo. Mario se sorprendió al escuchar a alguien hablarle tan amistosamente. "¡Hola! Yo soy Mario", respondió tímidamente.

Desde ese día, Mario y Mateo se convirtieron en los mejores amigos. Juntos exploraron nuevas aventuras y aprendieron muchas cosas interesantes sobre cómo relacionarse con los demás.

Un día, mientras jugaban en el patio del colegio, uno de los compañeros de clase de Mario tropezó y se lastimó el brazo. Todos los niños comenzaron a rodear al niño herido preocupados por su bienestar. Mateo le susurró algo al oído a Mario: "¿Por qué no te acercas para ver si puedes ayudar?".

Con valentía, Mario se acercó al grupo e hizo una sugerencia que sorprendió a todos. "Quizás podríamos hacerle compañía y contarle chistes para animarlo mientras espera a que llegue la enfermera", dijo Mario con voz suave pero segura.

Todos los niños asintieron y siguieron el consejo de Mario. Juntos, lograron distraer al niño herido y hacerlo sentir mejor hasta que llegó la enfermera. Desde ese día, los compañeros de clase de Mario comenzaron a verlo de manera diferente.

Se dieron cuenta de lo amable y considerado que era, y muchos de ellos querían ser sus amigos. Mario se sintió muy feliz al descubrir que no tenía que cambiar quién era para hacer amigos.

Aprendió que aunque tuviera TEA, eso no significaba que no pudiera tener relaciones significativas con las demás personas. Con el tiempo, Mario se convirtió en un líder en su colegio. Ayudó a organizar actividades inclusivas donde todos los niños podían participar sin importar sus diferencias.

Y gracias a su amistad con Mateo, pudo ayudar a otros niños con TEA a sentirse aceptados y valorados. La historia de Mario nos enseña la importancia de ser comprensivos y respetuosos hacia aquellos que son diferentes a nosotros.

Nos muestra cómo la amistad puede superar cualquier barrera si estamos dispuestos a abrir nuestros corazones y aceptar a los demás tal como son.

Y sobre todo, nos recuerda que nunca debemos subestimar el poder del amor y la empatía en nuestras vidas.

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