El lienzo travieso
Había una vez una niña llamada Lola, quien tenía 5 años y era conocida por ser un poco traviesa. Siempre estaba metida en problemas y le gustaba hacer travesuras.
Pero había algo que a Lola le encantaba más que cualquier otra cosa: pintar. Lola tenía un talento especial para el arte. Sus dibujos eran coloridos y llenos de vida. Pero a pesar de su amor por la pintura, no siempre lo mostraba de la mejor manera.
Un día, mientras jugaba en su cuarto, Lola decidió usar sus crayones para dibujar en las paredes. Sin pensar en las consecuencias, comenzó a garabatear sin parar. Cuando su mamá entró y vio el desastre, se enfadó mucho.
"¡Lola! ¡Esto no está bien! ¿Por qué hiciste esto?"- exclamó su mamá con voz firme pero cariñosa. Lola bajó la cabeza y suspiró.
Sabía que había hecho algo malo, pero no entendía por qué no podía expresarse a través del arte como tanto disfrutaba. Su mamá se acercó a ella y le explicó:"Lola, sé que te gusta pintar y eso es maravilloso. Pero tenemos que aprender a hacerlo de una manera adecuada.
Puedes usar papel o lienzos para tus creaciones". Lola asintió con tristeza pero determinación en sus ojos. Desde ese día, Lola empezó a utilizar papel para todas sus obras maestras.
Dibujaba todo lo que veía: flores hermosas, animales divertidos e incluso paisajes mágicos imaginarios. Un día soleado, mientras paseaba por el parque con su mamá, Lola vio a un grupo de niños pintando en una pared especialmente diseñada para ello. Se acercó corriendo y quedó asombrada por lo que veía.
Había arte en todas partes: colores vibrantes, personajes fantásticos y formas abstractas. Lola preguntó emocionada:"¿Puedo unirme a ustedes?"Los niños la miraron sorprendidos pero aceptaron encantados. Todos empezaron a pintar juntos, compartiendo ideas e inspirándose mutuamente.
A medida que pasaba el tiempo, Lola se dio cuenta de algo importante. No tenía que ser una niña mala para expresarse a través del arte; podía canalizar su energía creativa de manera positiva y constructiva.
Con el paso de los años, Lola se convirtió en una talentosa artista reconocida. Sus obras eran exhibidas en galerías y museos de todo el mundo. Pero nunca olvidó sus inicios como una niña traviesa que amaba pintar.
Lola aprendió que no importa cuán traviesos o rebeldes seamos, siempre hay una forma adecuada de expresarnos. El arte puede ser nuestra salida creativa y pacífica, donde podemos mostrarle al mundo quiénes somos realmente.
Y así es como la historia de Lola nos enseña que incluso las niñas malas pueden encontrar su camino hacia la bondad y la expresión artística, dejando huellas coloridas e inspiradoras en cada trazo del pincel.
FIN.