El llamado de Yemayá



En un pequeño pueblo costero de Argentina vivía Mateo, un joven pescador apasionado por el mar. Desde pequeño, escuchaba fascinado las historias que su abuela le contaba sobre Yemayá, la diosa del mar y protectora de los pescadores.

Según su abuela, Yemayá tenía el poder de calmar las aguas turbulentas y guiar a los marineros hacia tierras seguras. Un día, mientras Mateo se encontraba en alta mar pescando con su vieja embarcación, una repentina tormenta se desató.

El viento soplaba con fuerza y las olas golpeaban con violencia contra su barco. Mateo, asustado, recordó las palabras de su abuela sobre Yemayá y decidió invocarla en medio de la tempestad.

"¡Yemayá, diosa del mar! ¡Protégenos y guíanos hacia aguas tranquilas!", clamó Mateo con fervor.

Para sorpresa de Mateo, en ese preciso instante algo extraordinario ocurrió: el viento cesó bruscamente y las olas comenzaron a calmarse poco a poco hasta convertirse en suaves crestas que acariciaban la embarcación. La tormenta había pasado tan rápido como había llegado. Maravillado por lo sucedido, Mateo regresó al puerto sano y salvo.

La noticia de cómo había invocado a Yemayá para calmar la tormenta se extendió rápidamente por todo el pueblo. Los demás pescadores lo miraban con admiración y respeto, reconociendo la valentía y sabiduría que demostró al confiar en la protección de la diosa del mar.

A partir de ese día, Mateo siguió pescando en aguas tranquilas y siempre recordando la lección aprendida: tener fe en aquello que nos da fuerzas para superar los momentos difíciles.

Yemayá se convirtió en su guía espiritual cada vez que salía al mar, recordándole que nunca estaba solo y que siempre habría una luz de esperanza incluso en medio de las tormentas más feroces.

Y así, Mateo continuó surcando los mares con humildad y gratitud hacia Yemayá, compartiendo con otros pescadores la importancia de creer en algo más grande que nosotros mismos para encontrar paz y protección en medio de las adversidades del océano infinito.

FIN.

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