El Lobito de la Luz


Había una vez en un bosque encantado, un pequeño lobito que había perdido a sus padres y se encontraba solo en el mundo.

Un día, mientras deambulaba por el bosque, conoció a Papa Solo, el sol brillante que iluminaba todo a su paso, y a Mama Luna, la luna llena que lo guiaba durante las noches oscuras. Papa Solo y Mama Luna sintieron compasión por el lobito huérfano y decidieron adoptarlo como su propio hijo.

Desde ese momento, lobito vivió feliz junto a sus nuevos padres solares, aprendiendo cada día sobre la importancia de la luz y la oscuridad en el mundo.

Un día, lobito se aventuró más allá de los límites del claro donde vivían junto a Papa Solo y Mama Luna. Mientras exploraba el bosque oscuro, una nube pasó frente al sol y lo cubrió momentáneamente. Lobito sintió miedo al ver desaparecer la luz que siempre lo acompañaba.

"¡Papa Solo! ¡Mama Luna! ¿Dónde están?", gritó lobito asustado.

Al no recibir respuesta inmediata debido a la nube que bloqueaba la vista de Papa Solo, lobito se adentró aún más en el espeso bosque sin darse cuenta de que se estaba alejando demasiado del claro. Cuando finalmente la nube pasó y Papa Solo pudo volver a brillar con todo su esplendor, notaron con angustia que lobito ya no estaba junto a ellos.

Preocupados por su hijo adoptivo perdido en medio del oscuro bosque, decidieron emprender juntos una búsqueda para encontrarlo. Papa Solo iluminaba con fuerza cada rincón del bosque mientras Mama Luna lo acompañaba con su brillo plateado.

Juntos recorrieron senderos tortuosos y atravesaron arroyos hasta llegar al corazón del bosque oscuro donde creían estaría lobito. Finalmente, entre los árboles frondosos vieron dos pequeños ojos brillantes mirándolos con temor. Era lobito, cansado y asustado por haberse perdido en aquel lugar desconocido.

"¡Lobito! ¡Estamos aquí contigo!", exclamaron Papa Solo y Mama Luna al unísono. El pequeño lobito corrió hacia sus padres solares quienes lo abrazaron amorosamente entre destellos de luz cálida y reflejos plateados.

En ese preciso instante comprendió cuánto lo amaban Papa Solo y Mama Luna y prometió nunca más alejarse sin avisar. Desde ese día, lobitio aprendió valiosas lecciones sobre la importancia de comunicarse claramente cuando sienta miedo o necesite ayuda.

Siempre recordaría que nunca estaba solo; tenía a dos astros maravillosos cuidándolo en todo momento: un padre radiante como el sol y una madre protectora como la luna.

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