El Lobito Perdido y el Mago Amigo



Había una vez un lobito llamado Lucho que vivía en el corazón del bosque con su manada. Lucho era curioso y aventurero, siempre explorando nuevos rincones. Un día, mientras correteaba tras una mariposa, se alejó demasiado y, al darse cuenta, ya no podía ver a su manada.

"¡Oh no! ¿Dónde estoy?" se preguntó Lucho, asustado. Los árboles eran altos y las sombras se alargaban. Intentó volver, pero todo parecía igual.

Mientras vagaba por el bosque, Lucho escuchó una risa melodiosa. Al voltear, vio a un anciano de larga barba y un sombrero extraño.

"¡Hola, pequeño lobito! ¿Te has perdido?" - preguntó el anciano, con una voz suave.

"¡Sí! No sé cómo regresar a casa. Mi manada está lejos y tengo miedo." - respondió Lucho, con los ojos llenos de lágrimas.

"No te preocupes, yo soy un mago y puedo ayudarte. Pero debes ser valiente y escucharme." - dijo el mago, agitando su varita.

Lucho asintió con determinación. "Estoy listo. ¿Qué debo hacer?" - preguntó con entusiasmo.

"Primero, necesitas encontrar un lugar seguro. Hay un cazador en la zona que busca lobos. Vamos, sígueme." - indicó el mago, llevándolo hacia un claro iluminado.

Lucho miró atrás y vio sombras moverse entre los árboles.

"¿Cómo sabes que hay un cazador aquí?" - preguntó Lucho, un poco nervioso.

"Soy un mago, pequeño, tengo mis maneras. Pero no temas, juntos podremos escapar.“ - tranquilizó el mago.

Mientras corrían, el cazador, un hombre de mirada feroz llamado Don Manuel, ya había notado la presencia del lobito.

"¡Ese lobo será un excelente trofeo!" - exclamó, preparándose para una cacería.

El mago, haciendo un gesto con su varita, dijo:

"¡Que tus pies sean ligeros y tu mente astuta, Lucho!"

"¡Voy a intentarlo!" - respondió Lucho, sintiéndose más valiente.

El lobito llevó al mago a través de arbustos espinosos y riachuelos, mientras el cazador los seguía de cerca. Pero Lucho recordó lo que su mamá siempre le decía: "No todo es fuerza, a veces se necesita astucia".

Entonces, tuvo una idea. Se acercó a un zarzal y le comentó al mago:

"¿Y si hacemos que el cazador se confunda?"

"Esa es una brillante idea, pequeña bestia. ¡Hagámoslo!" - sonrió el mago.

Juntos, y con un poco de magia, Lucho corrió en círculos, creando un laberinto en el barro que confundió al cazador. Don Manuel, al seguir las huellas, terminó enredado en las ramas, sin poder avanzar.

"¡¿Dónde se han ido? !" - gritaba el cazador mientras se enredaba más.

Con el cazador atrapado, Lucho sintió una mezcla de miedo y compasión.

"No quiero que le pase algo malo..." - murmuró el lobito. El mago lo escuchó y asintió.

"A veces, es bueno mostrar bondad incluso hacia quienes sienten miedo. Vamos, ayudémoslo."

Lucho se acercó al cazador.

"Señor, ¿necesita ayuda?" - preguntó con voz temblorosa.

El cazador, sorprendido, respondió:

"¡No puedes estar hablando en serio! ¿Por qué querrías ayudarme?"

"Porque no quiero que nadie sufra. Nadie debe quedar atrapado en el miedo." - dijo Lucho, con valentía.

La mirada del cazador cambió; por un instante, pareció menos feroz.

"No lo sé... He pasado tanto tiempo persiguiendo lobos que olvidé que también tienen sentimientos..." - respondió, con voz suave.

Lucho, viendo la oportunidad, extendió una pata hacia él.

"Si lo liberamos, tal vez podamos ser amigos."

El cazador miró al pequeño lobito y las bondadosas intenciones brillantes en sus ojos.

"Nunca creí que un lobo quisiera ser mi amigo. Está bien, ayúdame a salir de aquí." - dijo Don Manuel, conmovido.

El mago, ayudando a los dos, usó su magia para liberar al cazador. Una vez libre, Don Manuel se volvió hacia Lucho.

"¿Por qué me ayudaste si yo soy el que te perseguía?"

"Porque todos merecemos una segunda oportunidad, independientemente del pasado. Además, ¡los amigos nos cuidamos unos a otros!" - explicó Lucho.

El cazador sonrió.

"Tienes razón, pequeño. Desde hoy, prometo no cazar lobos y ser tu amigo, si así lo deseas."

Lucho, alegre, saltó de felicidad.

"¡Sí! Ahora, puedo volver a casa con mi manada!" - exclamó emocionado.

Con la guía del mago y el nuevo amigo cazador, Lucho encontró su camino de regreso. Al llegar a su hogar, su manada lo recibió con abrazos y alegría.

"¡Lucho! ¡Estábamos tan preocupados!" - dijo su mamá, con lágrimas de felicidad.

"No se preocupen, encontré un amigo en el camino." - respondió Lucho, señalando al cazador.

Don Manuel, sonriendo, saludó a la manada, prometiendo cuidar del bosque y sus criaturas en lugar de cazarlos.

Desde ese día, la amistad entre Lucho, el mago y el cazador fue un lazo inquebrantable. Juntos contaron historias en el bosque, enseñando a otros que la valentía y la bondad pueden cambiar el rumbo de las cosas.

Y así, Lucho aprendió que, aunque a veces el camino puede ser difícil y peligroso, siempre hay un lugar donde volver y un amistad verdadera que puede florecer de las circunstancias más inesperadas.

FIN.

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