El lobo amable de la Ciudad de los Cuentos


Había una vez en la Ciudad de los Cuentos, un lobo feroz que no era tan feroz como todos pensaban. Su nombre era Lucas y vivía en un bosque cercano a la ciudad.

A pesar de su aspecto intimidante, Lucas era amable y siempre había deseado tener amigos con quienes compartir su amor por los libros y las historias.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Lucas escuchó risas y voces de niños provenientes de la Ciudad de los Cuentos. Decidió acercarse sigilosamente para ver qué estaba pasando. Para su sorpresa, vio a un grupo de niños jugando felices en el parque.

"¡Qué divertido se ve eso! Me encantaría poder jugar con ellos", pensó Lucas para sí mismo. Sin embargo, sabía que si se acercaba a los niños, saldrían corriendo asustados al verlo. Fue entonces cuando tuvo una brillante idea: recordó que tenía guardado un disfraz de abuela caperuza en su casa.

Sin dudarlo, corrió hacia allí lo más rápido que pudo y se puso el disfraz. Con su nuevo aspecto, Lucas regresó al parque donde estaban los niños y se sentó en un banco cerca de ellos.

Los niños se acercaron curiosos al ver a la "abuela caperuza" sentada allí sola. "Hola queridos niños, ¿les gustaría escuchar una historia?", dijo Lucas disfrazado con voz dulce. Los niños asintieron emocionados y se sentaron alrededor de "la abuela" para escuchar atentamente.

Lucas comenzó a relatar cuentos maravillosos llenos de aventuras y enseñanzas valiosas. Los niños reían y aplaudían fascinados por las historias que les contaba. Día tras día, "la abuela caperuza" visitaba el parque para contar cuentos a los niños.

Pronto se convirtió en la favorita de todos por sus relatos entretenidos y su cariño sincero hacia ellos. Un día, mientras compartían una merienda juntos, uno de los niños reconoció a Lucas debajo del disfraz.

"¡Eres tú, Lobo! ¡Pensé que eras una abuela!", exclamó el niño sorprendido pero sin miedo alguno. Lucas sonrió avergonzado pero feliz al mismo tiempo.

Les explicó a los niños que solo quería hacer amigos y compartir momentos especiales con ellos sin asustarlos como solía hacerlo antes. Los niños comprendieron la noble intención de Lucas y le dieron un cálido abrazo demostrándole que lo aceptaban tal como era: un lobo amable con ganas de ser parte de su vida.

Desde ese día en adelante, Lucas siguió visitando el parque pero esta vez sin necesidad del disfraz. Los niños lo recibieron con alegría cada vez que llegaba para disfrutar juntos de nuevas historias e increíbles aventuras.

Así fue como el temible lobo feroz se convirtió en el amigo más querido de la Ciudad de los Cuentos gracias a su corazón bondadoso y su deseo genuino de formar parte del mundo infantil sin necesidad alguna mascaras o disfraces engañosos.

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