El lobo amable en Cuentilandia


Había una vez en el hermoso bosque de Cuentilandia, un lobo llamado Martin. A diferencia de los demás lobos, Martin era feroz y temido por todos los habitantes del bosque.

Siempre se le veía gruñendo y mostrando sus afilados dientes. Un día, mientras caminaba por el bosque, Martin escuchó risas y cantos provenientes de una pequeña casita. Se acercó sigilosamente para ver qué estaba sucediendo. Para su sorpresa, encontró a tres cerditos construyendo sus casitas.

El primer cerdito construía su casa de paja, el segundo cerdito construía su casa de madera y el tercer cerdito construía su casa de ladrillos. Martin decidió que sería divertido asustarlos y hacerles pasar un mal rato.

Se acercó a la primera casita y sopló con todas sus fuerzas. La casa de paja se derrumbó fácilmente y el cerdito salió corriendo asustado. Después fue a la segunda casita hecha de madera e intentó derribarla también con un fuerte soplido.

Pero esta vez, la casa resistió un poco más aunque quedaron algunas astillas dispersas por el aire. Finalmente, llegó a la tercera casita hecha de ladrillos.

Martin se preparaba para soplar con todas sus fuerzas cuando vio al tercer cerdito salir por la puerta principal. - ¡Alto ahí! - gritó el tercer cerdito valientemente - ¿Por qué nos estás molestando? Martin quedó sorprendido al ver que aquel pequeño cerdito no le tenía miedo.

- Soy el lobo feroz y estoy aquí para asustarlos - respondió Martin con voz amenazante. El tercer cerdito se acercó a Martin con una sonrisa en su rostro y dijo:- Entiendo que seas feroz, pero eso no significa que tengas que ser malo.

¿Por qué no intentas ser amable en lugar de asustarnos? Martin reflexionó sobre las palabras del cerdito y sintió un remolino de emociones dentro de sí.

Pensó en cómo había hecho sentir a los demás habitantes del bosque, siempre temerosos de su presencia. Decidió darle una oportunidad al cambio y empezar a ser amable. Empezó por ayudar al primer cerdito a reconstruir su casa de paja, utilizando sus habilidades para fortalecerla aún más.

Luego, se unió al segundo cerdito para reparar la casa de madera, reforzándola con sus patas fuertes y habilidosas. Finalmente, el tercer cerdito invitó a Martin a quedarse en su casa de ladrillos. Juntos compartieron risas y cuentos durante toda la noche.

Martin descubrió que no necesitaba asustar a nadie para ser aceptado y querido por los demás.

Desde ese día, Martin dejó atrás su vida como lobo feroz y se convirtió en un amigo amoroso y protector para todos los habitantes del bosque. Aprendió que el verdadero valor radica en cómo tratamos a los demás y cómo podemos cambiar nuestras acciones para hacer el bien.

Y así fue como el lobo feroz se convirtió en un ejemplo de bondad y amistad en Cuentilandia, enseñando a todos que no importa cuán feroz parezcamos por fuera, siempre podemos cambiar y ser mejores.

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