El Lobo Amistoso del Bosque



Había una vez en un bosque encantado donde todos los animales vivían en armonía. Este bosque era muy especial porque en el centro de él estaba la casa del Lobo Feroz, pero, curiosamente, no era feroz en absoluto. En cambio, era un lobo amable y cariñoso que adoraba jugar con los demás animales.

Cada mañana, el Lobo Feroz se despertaba muy temprano y preparaba deliciosas galletas de zanahoria y miel, que compartía con sus amigos en el claro del bosque.

Una mañana, mientras el lobo estaba preparando su desayuno, llegó Conejito.

"¡Hola, Lobo! ¡Huele riquísimo!" - exclamó Conejito entusiasmado.

"¡Hola, Conejito! Gracias. ¿Te gustaría unirte a mí para el desayuno?" - respondió el Lobo con una sonrisa.

Conejito, siempre un poco cauteloso por la fama del lobo, dudó un momento, pero el aroma de las galletas lo convenció.

A medida que compartían las galletas, otros animales se fueron acercando: la Tortuga, el Zorro y el Pajarito. Todos estaban intrigados por lo que sucedía en la casa del Lobo Feroz.

"No entiendo por qué todos tienen miedo de ti, después de todo, eres muy amable" - dijo Tortuguita, mientras saboreaba una galleta.

"Es verdad, muchas veces no somos lo que los demás piensan que somos" - reflexionó el Lobo, un poco triste.

"¿Y qué podemos hacer para cambiar eso?" - preguntó Zorro, con su típico ingenio.

El Lobo pensó durante un rato y tuvo una idea brillante.

"¡Hagamos un gran festival en el bosque! Invitemos a todos los animales y muéstrales cuán amigable soy en realidad. Así dejarán de temerme y podremos ser amigos" - propuso el Lobo con entusiasmo.

Todos los animales se emocionaron y, juntos, comenzaron a organizar el festival. Trabajaron en equipo, cada uno aportando lo que podía: Conejito recolectó zanahorias frescas, Zorro organizó juegos divertidos, Pajarito se encargó de la música, y Lobo, por supuesto, preparó galletas y un delicioso estofado de verduras.

Cuando llegó el día del festival, el bosque estaba decorado con flores de colores y banderines. El Lobo se esforzó por hacer todo perfecto, pero aún sentía un cosquilleo de nerviosismo en su pancita. Entre más animales llegaban, más se notaba que algunos aún tenían miedo de él.

Durante el festival, Lobo decidió hacer una demostración de su habilidad para bailar. Aunque era grande, se movió al ritmo de la música, saltando y girando. En un momento, incluso hizo un giro tan grande que casi se cae, lo que provocó risas entre los demás animales.

"¡Mirá cómo baila el Lobo!" - gritó Conejito entre risas.

Poco a poco, los demás comenzaron a unirse al baile. El miedo se disipó y la alegría llenó el aire. Al final del día, el Lobo se acercó a un pequeño grupo de animales que aún lo miraban de lejos.

"¿Quieren unirse a nosotros?" - preguntó con voz suave.

Uno de ellos, un pequeño ratón, se atrevió a avanzar y dijo:

"Sí, me gustaría... Si no te importa, claro."

"¡Por supuesto! El bosque es de todos, y hoy queremos disfrutar juntos" - afirmó el Lobo, extendiendo su pata.

A medida que el festival avanzaba, el Lobo fue demostrando que era, en verdad, un amigo leal y cariñoso. Al final de la jornada, todos los animales se despidieron con sonrisas y abrazos, y los rumores sobre lo feroz que era el Lobo se disiparon por completo.

Ese día, los animales aprendieron que no se debe juzgar a alguien por su apariencia, sino por sus acciones y su corazón. El Lobo Feroz se convirtió en el mejor amigo del bosque, y juntos vivieron aventuras maravillosas en un ambiente de respeto y amistad.

Y así, el lobo que muchos temían se convirtió en el héroe del bosque, recordándoles a todos que, a veces, las apariencias pueden engañar y que la verdadera amistad está en el corazón.

FIN.

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