El lobo bailarín y el baño valiente


Había una vez un niño llamado Martín que tenía dos grandes pasiones en la vida: bailar como los lobos y jugar con sus coches de juguete.

Sin embargo, había algo que no le gustaba hacer y era utilizar el orinal. Martín siempre encontraba excusas para evitar sentarse en el orinal. Decía que le daba miedo, que no le gustaba la sensación o simplemente prefería seguir usando pañales.

Sus padres, preocupados por su negativa a aprender a usar el orinal, decidieron buscar una solución creativa. Un día, mientras Martín estaba jugando con sus coches de juguete en su habitación, escuchó un ruido extraño proveniente del armario. Curioso, se acercó lentamente y abrió la puerta.

Para su sorpresa, vio a un lobo pequeñito bailando al ritmo de la música que salía de su radio. "¡Hola! Soy Lobo Bailarín", dijo el lobo con una sonrisa amigable. Martín quedó boquiabierto y no sabía qué decir.

Nunca había visto a un lobo bailando antes. "¿Quién eres tú?", preguntó Martín finalmente. "Soy Lobo Bailarín y me encanta moverme al ritmo de la música", respondió el lobo dando saltitos.

Martín se sintió emocionado al ver al lobo bailar tan felizmente y decidió preguntarle:"Lobo Bailarín, ¿tú también usas el orinal?". El lobo dejó de bailar por un momento y miró a Martín con curiosidad.

"No necesito usar el orinal porque soy un lobo, pero entiendo que los niños necesitan aprender a usarlo", respondió el lobo. Martín suspiró y le contó al lobo sobre su miedo y sus excusas para no usar el orinal. El lobo escuchó atentamente y luego sonrió.

"Martín, sé que puede ser difícil enfrentar nuevos retos, pero puedo enseñarte algo importante. Bailar como los lobos me hace sentir libre y feliz, al igual que tú te sientes cuando juegas con tus coches de juguete.

¿Qué tal si usamos la música para ayudarte a superar tu miedo al orinal?", propuso el lobo. Martín se emocionó ante la idea y aceptó encantado. Lobo Bailarín puso una canción animada en la radio y comenzaron a bailar juntos por toda la habitación.

Martín se sentía tan feliz moviéndose al ritmo de la música que casi se olvidaba de su temor al orinal. Al día siguiente, Martín decidió darle una oportunidad al orinal mientras bailaba como un lobo.

Cada vez que se sentaba en él, ponía música divertida y dejaba que su cuerpo se moviera siguiendo el ritmo. Poco a poco, fue perdiendo el miedo y descubriendo lo fácil que era usar el orinal.

Después de unos días practicando esta divertida rutina junto a Lobo Bailarín, Martín finalmente logró dejar los pañales atrás. Se sentía orgulloso de sí mismo por haber superado su miedo gracias a la ayuda del amigable lobo.

Desde ese día en adelante, Martín seguía disfrutando de sus dos pasiones: bailar como los lobos y jugar con sus coches de juguete. Pero ahora también añadía una tercera pasión: ayudar a otros niños a superar sus miedos, recordándoles que siempre hay una manera divertida de enfrentarlos.

Y así, Martín se convirtió en un niño valiente y decidido que nunca dejaba que el miedo le impidiera disfrutar de las cosas maravillosas que la vida tenía para ofrecer.

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