El lobo bueno y el cazador amigo



Había una vez en un bosque muy lejano, un lobo llamado Rufus. Rufus era conocido por ser el lobo más malo de todo el bosque.

Siempre asustaba a los demás animales, les robaba la comida y causaba problemas por doquier. Un día, mientras Rufus acechaba a un conejito indefenso, apareció Renzo, un cazador del pueblo cercano.

Renzo era valiente y astuto, pero también tenía un gran corazón y siempre buscaba enseñar lecciones importantes a quienes se lo merecían. "¡Alto ahí, Rufus! ¿No te cansas de hacerle daño a los demás?", exclamó Renzo con firmeza. Rufus gruñó y mostró sus afilados dientes al cazador.

Pero Renzo no retrocedió, sabía que debía intentar algo distinto para cambiar la actitud del lobo. "Escucha, Rufus. Sé que has sido malo durante mucho tiempo, pero eso no significa que debas seguir así. Todos merecen una segunda oportunidad", dijo Renzo con calma.

El lobo frunció el ceño, sin comprender del todo las palabras del cazador. Sin embargo, algo en su interior comenzó a sentirse inquieto. Nunca antes nadie le había hablado de esa manera.

Renzo decidió entonces proponerle un trato a Rufus: si lograba portarse bien durante una semana entera y ayudaba a los demás animales en lugar de molestarlos, él le enseñaría cosas nuevas y lo ayudaría a ser mejor. A regañadientes, Rufus aceptó el desafío.

Durante los primeros días fue difícil para él contener sus instintos malvados, pero poco a poco fue descubriendo lo gratificante que podía ser ayudar a los demás y ver sonrisas en sus rostros.

Renzo pasaba mucho tiempo con el lobo malo enseñándole sobre la importancia de la amistad, la generosidad y el respeto hacia los demás habitantes del bosque. Juntos plantaron árboles nuevos para reforestar áreas dañadas por incendios provocados por Rufus en el pasado; también repararon madrigueras destrozadas por accidentes anteriores del lobo.

Conforme pasaban los días, Rufus se sentía diferente. Ya no disfrutaba haciendo daño ni sembrando miedo entre los otros animales. Comenzó a valorar la compañía de sus vecinos del bosque e incluso hizo amigos entre ellos.

Al finalizar la semana acordada, Renzo se acercó al lobo con una sonrisa en el rostro. "Ves Rufus querido ¡lo lograste! Estoy muy orgulloso de ti", expresó emocionado Renzo. Rufus bajó la mirada avergonzado.

"Gracias por creer en mí cuando nadie más lo hacía", murmuró tímidamente el lobo.

Desde ese día en adelante, Rufus dejó atrás su vida como lobo malo para convertirse en uno bueno y solidario gracias a las enseñanzas de Renzo; juntos se convirtieron en protectores del bosque velando por su bienestar y armonía entre todos sus habitantes. Y colorín colorado este cuento ha terminado demostrando que siempre hay lugar para cambiar si uno está dispuesto a intentarlo.

FIN.

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