El lobo con hambre y el corazón tierno


Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en una pequeña casa cerca de un bosque encantador.

A Sofía le encantaba explorar y descubrir nuevas aventuras en el bosque, pero su mamá siempre le advertía sobre los peligros que podían acechar allí. Un día, mientras jugaba cerca de la casa de su abuela, Sofía decidió hacerle una visita sorpresa. Tomó un camino diferente al habitual y se adentró en el frondoso bosque.

Mientras caminaba entre los árboles altos y misteriosos, escuchó un aullido a lo lejos. Sofía se asustó y comenzó a correr hacia la casa de su abuela.

Pero antes de darse cuenta, se encontró cara a cara con un lobo enorme que bloqueaba su camino. "¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!"- gritó Sofía desesperada. Justo en ese momento, apareció la abuela de Sofía saliendo del bosque con una cesta llena de deliciosas galletitas caseras.

"¡Sofía! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Es muy peligroso!"- exclamó la abuela preocupada. El lobo miraba fijamente a Sofía con ojos hambrientos, pero algo extraño ocurrió: empezó a hablar. "Perdón por asustarte así, niña. Estoy realmente hambriento y no puedo encontrar comida"- dijo el lobo con tristeza.

Sorprendida por las palabras del lobo, Sofía decidió ayudarlo. Recordando las galletitas que llevaba su abuela en la cesta, le ofreció algunas al lobo. "Aquí tienes, señor lobo. Estas son las deliciosas galletitas de mi abuela.

Seguro que te gustarán"- dijo Sofía con amabilidad. El lobo probó una galletita y su cara se iluminó con una gran sonrisa. "¡Son deliciosas! ¡Muchas gracias, niña! ¿Puedo saber cómo llegaste hasta aquí?"- preguntó el lobo curioso.

Sofía explicó cómo había decidido visitar a su abuela por un camino diferente y terminó perdida en el bosque. La abuela de Sofía escuchaba atentamente mientras acariciaba la cabeza del lobo.

"Bueno, creo que ha llegado el momento de volver a casa"- dijo la abuela con cariño. Los tres caminaron juntos hacia la pequeña casa de la abuela, donde fueron recibidos con alegría por el resto de la familia.

Mientras disfrutaban de un rico té caliente, Sofía y su abuela compartieron historias sobre sus aventuras en el bosque y cómo habían conocido al amigable lobo hambriento. Desde ese día, Sofía aprendió que no todos los lobos son malos y que a veces solo necesitan un poco de ayuda y comprensión.

También entendió lo importante que es seguir las indicaciones para mantenerse seguro en lugares desconocidos. La historia de Sofía se volvió famosa en el pueblo y todos aprendieron una valiosa lección: nunca juzgar a alguien solo por su apariencia o reputación.

A partir de entonces, los habitantes del pueblo comenzaron a valorar más la diversidad y a ayudarse mutuamente, creando un ambiente de respeto y amabilidad.

Y así, gracias a la valentía y compasión de una niña llamada Sofía, el bosque y el pueblo vivieron en armonía para siempre. Fin.

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