El lobo curioso
Había una vez un lobo llamado Lupo que vivía en el bosque cercano a la ciudad. Un día, mientras caminaba por el bosque, Lupo encontró un camino que lo llevó hasta la plaza principal de la ciudad.
Al principio, Lupo estaba asustado y no sabía qué hacer en medio de tanta gente. - ¡Miren! ¡Es un lobo! -gritó alguien. - ¡Corran! ¡El lobo nos va a atacar! -dijo otro. Lupo se sintió triste al escuchar eso.
No quería lastimar a nadie, solo quería explorar y ver cosas nuevas. Sin embargo, los habitantes de la ciudad tenían miedo de él porque siempre habían oído historias sobre lobos feroces y peligrosos.
De repente, una niña pequeña se acercó a Lupo con curiosidad en su rostro. - Hola, ¿cómo te llamas? -preguntó ella. Lupo estaba sorprendido por el coraje de la niña al acercarse a él sin miedo alguno. - Me llamo Lupo -respondió tímidamente.
La niña sonrió y extendió su mano para acariciarle suavemente detrás de las orejas. A partir de ese momento, todos los demás niños se animaron también e hicieron lo mismo. - Es tan suave como mi perro -dijo uno de ellos.
Los adultos miraron sorprendidos cómo los niños interactuaban con el lobo sin tener ningún temor. Poco a poco fueron acercándose también y descubrieron que en realidad Lupo era amable y cariñoso como cualquier otra mascota común.
- Nunca había visto a un lobo tan tranquilo -dijo un anciano. - Es porque Lupo no es como los lobos que aparecen en las historias de cuentos -explicó la niña-. Él solo quería explorar y conocer nuestro mundo.
La gente comenzó a entender que el miedo era solo una respuesta natural ante lo desconocido, pero que no tenía por qué ser así siempre.
A partir de ese día, Lupo se convirtió en el nuevo amigo de todos los habitantes de la ciudad. Los niños lo llevaban con ellos a todas partes y se divertían enseñándole nuevas cosas.
Con el tiempo, Lupo aprendió muchas cosas sobre la vida en la ciudad y también les enseñó algunas cosas sobre su mundo en el bosque. La gente aprendió que no debía juzgar a alguien por su apariencia o su reputación, sino por cómo es realmente esa persona (o animal) en su interior.
Y así fue como Lupo encontró un hogar lejos del bosque y se convirtió en parte importante de la comunidad. Todos aprendieron algo nuevo gracias a él: nunca juzgues un libro por su portada.
FIN.