El lobo egoísta y las tres ardillas traviesas


Había una vez en un bosque encantado, un lobo llamado Max, quien era conocido por su egoísmo. Max tenía una deliciosa bolsa de caramelos que adoraba, y no quería compartirlos con nadie.

Cada día, el lobo se sentaba en su cueva y devoraba sus caramelos sin importarle si alguien más quería un poco. Un día, tres ardillas traviesas llamadas Lola, Pancho y Chispa, se enteraron de los deliciosos caramelos de Max.

Decidieron idear un plan para cazar a Max y robarle sus caramelos. Las ardillas, con sus colitas peludas y sus manitas ágiles, se acercaron sigilosamente a la cueva del lobo. Max estaba distraído saboreando sus caramelos cuando las ardillas entraron en acción.

Lola, Pancho y Chispa trabajaron en equipo para distraer al lobo, haciendo ruidos y movimientos por todos lados. Max, intrigado por el alboroto, se levantó de un brinco y persiguió a las ardillas por todo el bosque.

Mientras Max corría tras las ardillas, estas trataban de esquivarlo y reírse a carcajadas. Finalmente, después de una gran persecución, las ardillas lograron hacer que Max se tropece con una raíz y caiga al suelo, justo al lado de su bolsa de caramelos.

Las ardillas rápidamente agarraron la bolsa y se subieron a un árbol, dejando a Max boquiabierto en el suelo. Max, aunque enfadado, comenzó a comprender que su egoísmo lo había dejado sin amigos y sin caramelos.

Las ardillas, desde lo alto del árbol, le gritaron: -¡Max, aprende a compartir y serás mucho más feliz! Max reflexionó y comprendió que las ardillas tenían razón. Se disculpó con ellas y prometió ser más generoso.

Desde ese día, Max compartía sus caramelos con las ardillas y con todos los animales del bosque. La amistad entre Max y las ardillas se fortaleció, y juntos pasaron divertidos momentos compartiendo sus dulces y aventuras.

Dirección del Cuentito copiada!