El lobo, el niño y la mamá del bosque
Había una vez, en un bosque muy lejano, un lobo feroz que se moría de ganas por comerse a un tierno niño de 3 años.
Este lobo malvado acechaba desde la espesura, esperando el momento oportuno para lanzarse sobre su presa. El niño vivía en una pequeña casa de ladrillos junto a su mamá. Un día, mientras jugaba en el jardín, el lobo se acercó sigilosamente y lo rodeó con sus garras afiladas.
Pero justo cuando estaba a punto de atacar, la mamá salió al rescate. "¡Cuidado! ¡Aléjate de mi hijo!" -gritó la valiente mamá del niño. El lobo, sorprendido por la determinación de la mamá, retrocedió unos pasos pero no se rindió.
Decidió esperar hasta que llegara la noche para intentar nuevamente llevarse al niño. Esa misma noche, cuando todos dormían plácidamente en la casa de ladrillos, el lobo intentó colarse por la ventana del cuarto del niño.
Sin embargo, fue recibido por un estruendoso ladrido proveniente de Maxi, el fiel perro guardián de la familia. "¡Grrr! ¡No pasarás!" -gruñó Maxi con fiereza.
El ruido despertó a toda la familia y lograron ahuyentar al lobo antes de que pudiera hacerle daño al pequeño. La mamá abrazó fuertemente a su hijo y le dijo lo orgullosa que estaba de él por ser tan valiente.
A partir de ese día, el lobo feroz comprendió que no siempre podía salirse con la suya y decidió cambiar su actitud. Se disculpó con la familia y les prometió nunca más volver a intentar lastimar al niño. A cambio, ellos le ofrecieron comida y refugio en caso de necesitarlo.
Con el tiempo, el lobo feroz se convirtió en amigo del niño y juntos compartieron muchas aventuras en el bosque.
Aprendió que no era necesario ser malo para conseguir lo que quería y descubrió el verdadero valor de la amistad y el respeto hacia los demás. Y así, gracias a un gesto bondadoso y comprensivo, lo que parecía ser una historia trágica terminó convirtiéndose en un bello cuento sobre segundas oportunidades y cambios positivos en el corazón de las personas... ¡y lobos!
FIN.