El Lobo Feroz y el Corazón de la Amistad



Había una vez, en un frondoso bosque, un Lobo Feroz que vivía solo en una cueva oscura. Todos los animales del bosque le tenían miedo y evitaban acercarse a él. Sin embargo, el Lobo Feroz no siempre había sido así. Antes, era un lobo juguetón y amigable que disfrutaba jugar a las escondidas con sus amigos. Pero un día, un grupo de conejitos lo asustó al llamarlo feroz.

"- ¡Ay! ¡Es el Lobo Feroz! ¡Corre!" gritaron los conejitos cuando lo vieron acercarse.

Desde ese momento, el Lobo Feroz se sintió triste y solo, y decidió que era mejor no tratar de hacer amigos. Pero un buen día, cuando paseaba por el bosque, escuchó una pequeña voz que lloraba.

"- ¡Ayúdame, por favor!" decía una pequeña ardilla atrapada en una rama.

El Lobo Feroz dudó. Sabía que todos lo veían como un monstruo, pero su corazón se llenó de compasión.

"- No puedo dejar que sufras", dijo el Lobo, mientras se acercaba. Usó su fuerte cuerpo para romper la rama y liberar a la ardilla.

"- ¡Gracias! ¡Eres un héroe!" gritó la ardilla, que se llamaba Lila.

La baldosa de miedo que cubría el corazón del Lobo comenzó a despejarse. Lila lo miró con admiración. "- ¡Sos un lobo bueno! ¡Ven, juguemos juntos a la orilla del río!".

El Lobo Feroz tuvo un momento de duda, pues no sabía cómo sería jugar con otros. Pero cuando vio la sonrisa de Lila, decidió intentarlo.

Así, el Lobo empezó a jugar con Lila. Saltaron, corrieron y se divirtieron. Poco a poco, Lila fue presentándole a otros animales. Hizo amigos con un pajarito llamado Pipo y una tortuga llamada Tomás. El Lobo se dio cuenta de que no era tan feroz después de todo.

Un día, mientras jugaban, escucharon un gran alboroto. "- ¡Ayuda! ¡El río se desbordó!" gritaba un ciervo. Todos los animales miraron alrededor con miedo. El río estaba subiendo y habían animales atrapados en la orilla.

"- ¡Yo iré!" dijo el Lobo Feroz, ajustándose el cuello. "- Puedo nadar y ayudar a los que están en peligro". Todos los animales lo miraron con asombro y admiración.

"- Pero él es el Lobo Feroz, tal vez..." susurró un conejo.

"- No, es el lobo valiente, y él puede salvarlos!" gritó Lila.

El Lobo Feroz se lanzó al agua y nadó con todas sus fuerzas. Alcanzó a varios animales y, uno a uno, los llevó a la orilla segura.

Cuando regresó, todos los animales, incluso aquellos que alguna vez le habían temido, comenzaron a aplaudir.

"- ¡Eres un verdadero héroe!" dijo Tomás, la tortuga, muy emocionado.

Desde aquel día, el Lobo Feroz fue conocido como el Lobo Valiente. Los animales empezaron a acercarse a él y a invitarlo a jugar. Su corazón se llenó de alegría y amistad.

Aprendió que los valores de la amistad, la valentía y la generosidad eran más poderosos que cualquier fama de ser feroz. El Lobo Feroz ya no estaba solo; había descubierto la belleza de tener amigos.

Y así, el bosque se llenó de risas, juegos y aventuras, y el feroz de ayer se convirtió en el valiente amigo de todos.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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