El lobo feroz y los zapatos encantados
Había una vez en un bosque oscuro y misterioso, un lobo feroz que nunca se quitaba sus viejos y desgastados zapatos. El lobo se llamaba Rufus, y sus zapatos eran su posesión más preciada.
Caminaba por el bosque con ellos puestos, dejando que sus pisadas resonaran entre los árboles. La gente del pueblo cercano temía al lobo feroz, pero nadie sabía por qué nunca se separaba de sus zapatos.
Había un rumor de que los zapatos tenían un hechizo, pero nadie se atrevía a acercarse lo suficiente para averiguarlo. Una noche, al salir de caza, Rufus se encontró con una pequeña zorra llamada Luna.
'¡Eh, lobo feroz! ¿Por qué siempre llevas esos zapatos? No son muy elegantes, ¿sabes?', dijo la zorra con picardía. Rufus gruñó y respondió: '-Estos zapatos son especiales. Me dan fuerza y velocidad, y ninguna presa puede escapar de mí.'
La zorra se rió y le desafió: '-Estoy segura de que tus zapatos no son tan especiales como dices. Deberías dejarlos un día y descubrirás que puedes ser valiente y fuerte sin ellos.' El lobo, ofendido, aceptó el desafío. Esa misma noche, se quitó los zapatos y se aventuró en el bosque sin ellos.
Para su sorpresa, descubrió que podía correr y cazar igual de bien, incluso más libre y ligero que antes.
A medida que pasaban los días, Rufus se dio cuenta de que sus zapatos no eran en realidad mágicos, sino que él tenía el poder dentro de sí mismo. Decidió deshacerse de los zapatos y contar su experiencia a los demás animales del bosque. A partir de ese día, se convirtió en un lobo famoso por su valentía y astucia.
La moraleja de esta historia es que a veces el verdadero poder está dentro de nosotros, y no en cosas materiales. También nos enseña a no juzgar a nadie por su apariencia, ya que las apariencias a menudo engañan.
FIN.