El Lobo Flaco y la Amistad Inesperada



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de vastos campos y colinas, un lobo que era solo piel y huesos. Se llamaba Lobo Flaco, y su vida era dura porque los perros guardianes del ganado siempre lo mantenían alejado. Cada día, Lobo Flaco miraba a lo lejos, mientras su estómago rujía de hambre.

"¿Por qué todos me temen? Solo busco algo de comida", se lamentaba Lobo Flaco mientras se acercaba a los límites de la granja, pero jamás podía cruzar, ya que los perros ladraban ferozmente.

Un día, mientras continuaba su búsqueda, Lobo Flaco escuchó un llanto. Curioso, se acercó y vio a una pequeña oveja atrapada detrás de un arbusto.

"¿Estás bien?", preguntó el lobo.

"No, estoy atrapada y no puedo salir", respondió la oveja, asustada pero intrigada.

Lobo Flaco, a pesar de su hambre, decidió ayudarla. Se acercó cuidadosamente, evitando el ruido, y con un movimiento ágil desató las ramas que la tenían prisionera.

"Gracias, buen lobo. Yo creí que me devorarías", dijo la oveja al estar libre.

"No soy tan malo como parezco. Solo tengo hambre", contestó Lobo Flaco con una leve sonrisa.

La oveja, que se llamaba Lucía, sintió pena por el lobo y le dijo:

"Ven, te puedo mostrar dónde encontrar comida sin que los perros te vean".

Lobo Flaco se sorprendió. Nadie había querido ayudarlo antes. Entonces, siguió a Lucía, quien lo llevó a un campo alejado donde crecían muchas hierbas y tréboles dulces.

Mientras comían, Lucía preguntó:

"¿Por qué no te haces amigo de los demás animales?"

"Ellos me temen. Yo les doy miedo", suspiró Lobo Flaco.

"Pero no eres un monstruo. Eres bueno", aseguró Lucía.

"Tal vez... Pero no sé cómo hacer amigos", admitió el lobo.

Luego de un rato, Lobo Flaco y Lucía decidieron hacer algo juntos. Comenzaron a visitar a otros animales, presentándose y contando cómo se conocieron. La oveja era muy valiente y lo defendía:

"Este lobo es mi amigo. No le teman, no les hará daño".

Con el tiempo, los demás animales comenzaron a sentir curiosidad. Un día, mientras paseaban juntos, un peligrosísimo chiquero de cerdo completamente enfadado apareció.

"¡Lobo, ¡huye!" gritó Lucía, pero en vez de correr, Lobo Flaco se interponía.

"Déjame hablar con él".

El lobo se acercó despacio y comenzó a hablar con el cerdo, explicándole que no era un peligro, solo un lobo hambriento. Para sorpresa de todos, el cerdo no solo se quedó quieto, sino que sonrió y dijo:

"Nunca me había imaginado que un lobo pudiera ser tan amable."

Aquel día fue el principio de una nueva vida para Lobo Flaco. Junto con Lucía, se comenzaron a organizar reuniones en el campo donde cada uno presentó sus miedos y aprendieron a conocerse, y al final, el lobo pudo demostrar cuán gentil y noble podía ser.

"Seré siempre su amigo", proclamó Lobo Flaco.

Desde entonces, Lobo Flaco no solo dejó de ser un lobo solitario, sino que se convirtió en el protector de las ovejas y otros animales del campo.

Así, aprendió que tener amigos no solo llena el estómago, sino también el corazón. Y Lobo Flaco nunca más se sintió solo, porque había encontrado su lugar entre aquellos que lo aceptaban tal cual era.

FIN.

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